05-01-2017, 19:03
(Última modificación: 05-01-2017, 19:12 por hormiga_electrica.)
El director Osamu Yamasaki reflexiona sobre las pobres condiciones laborales de los animadores
El pasado noviembre, un animador de P.A. Works provocó cierta conmoción en las redes al subir una imagen de su presupuesto mensual: quitando las dietas, el coste de los viajes en autobús y del alquiler, a @hoke_hokke solo le quedaban 1.477 yenes en el bolsillo (unos 12 euros al cambio).
El animador no había conseguido pasar de intercalador a animador de cuadros clave después de tres años de trabajo y aún tenía que pagar una “fianza de escritorio” de 6.000 yenes (49€) al mes. Según sus cuentas, el pago más alto que había recibido hasta entonces fue de 67.569 yenes (552€) en octubre de 2016. Aunque el estudio negó el pago de la fianza, confirmó el resto de detalles, poniendo una vez más sobre la mesa las precarias condiciones de trabajo en la industria de la animación (algo que la propia P.A. Works ya ha tratado en su metaanime Shirobako). La cosa no se ha quedado aquí, sino que ahora, unos meses más tarde, el director de animación y también director de la Asociación Japonesa de Creadores de Animación, Osamu Yamasaki (Hakuōki, Terra e…), ha sido entrevistado para conocer su opinión sobre este tema, a lo que ha recalcado lo dura que es la vida de los animadores.
Para hacernos una idea, a los animadores les pagan dependiendo de su productividad, así que aquellos con mucha habilidad y velocidad para dibujar pueden ganar entre 5 y 6 millones de yenes al año (de 41.000 a 49.000 euros) durante el periodo antes de los 30, que es cuando estarán en plena forma. Esto, sin embargo, se calcula a expensas de su vida social o cualquier vida, en realdad, teniendo en cuenta que deben trabajar más de 10 horas al día. Es bastante normal que los animadores ganen un mínimo de un millón de yenes (8.000 euros) en sus primeros años, pero estos son los más duros puesto que tienen que desarrollar plenamente sus aptitudes en el trabajo, y muchos acaban quemados y desisten antes de terminar su formación.
Pese a que Japón cuenta con una abundancia de jóvenes y talentosos trabajadores dispuestos a trabajar en la industria, muchos terminan rindiéndose y abandonando sus sueños. “Actualmente, solo 1 de cada 10 personas termina quedándose en la industria“, estima Yamasaki. Como resultado, el núcleo generacional más grande en la animación ronda los 40 y los 50: personas atraídas por series como Yamato o Gundam. “En otros 10 años muchos tendrán ya los 60 y el futuro de la animación puede ser brutal, en el mal sentido”. Los estudios capaces de ofrecer pagos más competitivos por la alta productividad y una estabilidad laboral son los más grandes, con lo que los estudios pequeños y medianos están perdiendo cada vez más la posibilidad de adquirir jóvenes talentos. Esto termina por repelerlos para que cultiven sus talentos como profesionales y así terminan contratados como autónomos, acumulando presión en su trabajo. El resultado es que estos estudios pequeños están llenos de animadores con poca experiencia, pocas habilidades, poca productividad y pocas ganancias. Los estudios más grandes son los que se llevan el grueso de buenos animadores, creando así un círculo vicioso.
Para hacerse cargo de la creciente producción de series en cada temporada, los estudios grandes subcontratan a los pequeños para llegar a tiempo con sus fechas de entrega, pero el margen de ganancias después de deducir los costes de producción son muy pequeños y cada vez bajan más y más. Si un anime no se convierte en un bombazo, los estudios terminan acumulando grandes deudas (de ahí la importancia de los patrocinadores y las agencias). “Los animadores ganan cada vez menos, no solo los novatos“, recalca Yamasaki. Entonces, contemplando este aciago futuro para los profesionales, ¿por qué siguen trabajando los animadores? La respuesta es “por amor al arte”. En muchos casos, la pasión por el anime o el dibujo es lo que los motiva a unirse a la industria y lo que los mantiene en ella. A este respecto, el director señala: “Los animadores no son de los que se preocupan por el dinero o por negociar las condiciones. No hay muchos que alcen su voz para que cambien las cosas”. Pese a todo, piensa que existen muchos directores que, al igual que él, comparten este sentimiento de crisis que afecta al mundo de la animación. Ya en 2015, Hideaki Anno hizo un llamamiento ante el creciente declive de la industria y vaticinaba su muerte en apenas cinco años más. “Es posible que el anime necesite crear un nuevo modelo de negocio“, termina diciendo Yamasaki en su entrevista.