Calificación:
  • 0 voto(s) - 0 Media
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
Las cronicas de Midgard libro I. (Novela)
#9
En la fiesta había mucha gente disfrutando. Todos ellos parecían contentos. ¿Cómo no estarlo? Eran la “Clase alta”. ¿Quién podría interferir en sus planes? ¿Un ladrón pobre? ¿Un clérigo abandonado a su suerte? ¿Una chica a la que consideraban una buena chica en la iglesia?... ¿O Ishtar, el mercenario que casi mata al conde de Jiran una vez?... Solo había una persona en total desacuerdo con los planes de su padre. Ella es muy culta y buena, cosas que sus padres de Jiran odiaban. No la odiaban a ella sino a su forma de ser. Sabía de todo un poco y su rostro era parecido al de una Valquiria joven, aunque a su parecer nunca habían sido vistas Valquirias envejecidas. Su nombre pasó a ser parte de la leyenda en el momento que cumplió dieciséis ciclos de vida. Aquel día se estaba llevando su cumpleciclos, era una fiesta con muchos invitados, pero ella prefería ignorarlos. Estaba, literalmente, aburrida de esa vida. Sus padres no entendían por qué: tenían dinero, tenían toda la fama que querían, incluso amaban a su hija. ¿Por qué no era feliz?
-Lucca –Así se llamaba la hija del conde de Jiran- ¿Me das el honor de esta pieza?
Quien le hablaba era su prometido Isnash, un joven de pelo negro y peinado ridículo. Aunque decían que era bueno en el arte de la esgrima, pero nunca nadie se había atrevido a contradecirlo.
Lucca vestía algo poco común en alguien de su alcuña, pero era “normal” para todos aquellos seres repugnantes. Estaba vestida con un vestido color negro ajustado al cuerpo en la parte del busto y más suelto de las caderas hacia abajo. Lucía unos zapatos de plataformas, que la hacían verse más alta, y su peinado eran dos coletas a los costados de su cabeza en el pelo negro. Inclusive sus labios y sus ojos (negros) estaban pintados de aquel color. Al verla de lejos cualquiera diría que era una sombra que se había escapado de una Valquiria, por que a pesar de todo aquello le quedaba tan bien que parecía ser así: Una Valquiria oscura y sentimental.
Isnash, en cambio, parecía todo lo contrario. Llevaba como peinado un copete negro abundante. Lucía unos brillantes zapatos de piel de dragón e iba vestido con una armadura azul… ¿Más piel de dragón? ¡Era la misma armadura que utilizaban los hombres toro de Yuz!
Estaban en aquel momento en el atrio del rey. Cinco tronos. El rey y la reina de Miltran, El conde y la condesa de Jiran y su hija Lucca.
El rey, un hombre de expresión adusta y brava, le sonrió a Lucca. Por supuesto, Isnash era su hijo, su único hijo varón… Tenía otra hija, mejor no pensar en ella.
Lucca largó el libro que había estado leyendo y con mal carácter salió a la pista de baile del salón. Su padre y el rey se sonrieron.
El rey, el cual estaba vestido con un frac grueso pero elegante estaba contento con su hijo. Isnash era un príncipe tímido, siempre les había temido a las mujeres. Pero desde que Yuz lo había manipulado como una marioneta se sentía mucho mejor. Yuz y él eran como sangre y uña. Incluso había aceptado usar la armadura que Yuz le dio bajo la condición de que le enseñara a usar aquella flauta. En una ocasión, hacía un tiempo, Yuz le había enseñado a usar la flauta. La melodía era tan encantadora como el cantar de los pájaros en primavera. Le hacía acordar a el césped tibio bajo los grandes arboles de su mundo.
Sin embargo, Yuz el flautista, no estaba en la fiesta. ¿Qué le habría pasado?
Lucca sintió como que Isnash no estaba allí con ella, no en aquel momento. Observó a su padre hablando con el rey. ¡Hipócrita! Lo maldijo por lo bajo. ¿Qué esperaban de ella? Era apenas una niña… esa noche cumpliría dieciséis ciclos. ¿Esperaban que se casara así como así? ¡Ilógico! Pero era la ley en Midgard era que las jóvenes aspirantes a condesas, o cualquier otro titulo de terrateniente, se casen con el joven más guapo. Por supuesto Isnash no era de ellos.
De pronto la música terminó. Los caballeros y las damas se saludaron respetuosamente.
Isnash le extendió una mano a Lucca y subió hacia donde estaban sus padres. Muy pronto se haría el anuncio de quien fuera su esposo mediante aquel matrimonio arreglado.
Isnash miró a la joven que estaba a su lado. Lucca no solo parecía una Valquiria sino que hasta se parecía a las antiguas estatuas que había de Freya.
Freya era una de las diosas protectoras del templo donde iban las almas de los muertos: el Valhala; sin embargo sus ropas negras, al igual que el maquillaje de su rostro, eran parte de su personalidad fuerte y decidida.
El rey se levantó de su asiento y todos hicieron silencio. Los dos jóvenes permanecieron de pie.
-En una hora se llevara a cabo la bendición para el matrimonio de estos jóvenes. Cuando Mani (La luna) esté en su apogeo, estos dos jóvenes serán mi más grande orgullo. Eso es todo lo que quería decir. ¡Que siga el baile!
La música comenzó a sonar. Todos volvieron a la pista de baile. Los instrumentos no dejaban de sonar, primero lento y después una música tranquila y suave, que llenaban el castillo con una armonía increíble.
Pero Isnash y Lucca no volvieron a la pista. Isnash necesitaba hablar con su prometida. La tomó de la mano y la llevó al balcón real. Primero se hizo el silencio mientras miraba el horizonte. La lluvia seguía cayendo pero no se iban a mojar porque había un toldo enorme sobre ellos que detenía el flujo de agua sobre sus cabezas.
Lucca se preguntó fastidiada por qué la habría llevado allí. Dentro de una hora sería su esposa y eso no podía impedírselo. No iba a contradecir a su padre. No era que les tuviese miedo, pero eran quien les había dado la vida. Entonces paso algo que no esperaba… De hecho nadie lo esperaba.
-¡Vete! –Dijo Isnash en voz baja, Lucca se quedó paralizada- ¡No conoces lo que viene! Serán tiempos oscuros –Siguió él mientras observaba la lluvia caer copiosamente sobre el suelo debajo de ellos.
No se atrevía a darse vuelta. Si la miraba ella no iba a entender. Espero unos minutos hasta que ella habló.
-¿Por qué Isnash?
-¡Porque te amo demasiado como para obligarte a estar conmigo! Y lo que se aproxima…
Hizo silencio. Escuchó las pisadas alejándose y se dio la vuelta. Sus lágrimas rodeaban su rostro. Se las enjugó en su manga de piel de dragón. Y decidió, muy a pesar de él, sacrificarse por su princesa. Sacó su espada lentamente y con mucho dolor se la enterró en el estomago. El dolor punzante y la sangre coagulándose alrededor de su espada fueron su final. Retrocedió unos pasos y se lanzó al vacío desde aquella altitud.





Raziel Saehara
Responder


Mensajes en este tema
Las cronicas de Midgard libro I. (Novela) - por Raziel_Saehara - 14-10-2012, 21:07