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Las cronicas de Midgard libro I. (Novela)
#7
caminó abajo. Las mazmorras parecían bajar, ¿Así que esta chica era la famosa reina roja? Mmm… ¿Era de confiar? Mientras pensaba en esto llegaron a una sala grande.
-Vaya… Parece que he equivocado la salida…
-¿Qué es este lugar?
No hacia falta que ella se lo dijera. Era un Mausoleo. ¿Qué hacía un Mausoleo en aquella cripta sucia y polvorienta?
Las paredes estaban decoradas con nichos, los cuales seguramente tendrían un muerto dentro. Kait tenía miedo de que a la Liana se le ocurriera pasar por allí y así se lo explicó a la Reina, a lo cual ella negó.
-¿Ves estos círculos con distintas formas en el suelo? –Preguntó ella.
Era verdad, había círculos de prohibición en el suelo aunque parecían inactivos.
-No, despreocúpate, están activos… lo sé…
¿Era su impresión o la reina roja había esquivado su mirada? Acaso…
-¿Qué tenés que ver vos con este lugar? –Preguntó decidido Kait- ¿Vos…? –La Reina seguía examinando los círculos y triángulos del piso ocultando el rostro tras su mata de pelo platinado y largo.
-Estos dibujos… ¿Qué tipo de alquimia son? Porqué si no estoy equivocado vos los tallaste, por eso te manejabas bien en las mazmorras. Incluso sabías como despistar a la Liana. ¿Cuál es tu ganancia en acompañarme? ¡Mírame cuando te hablo!
-Sí, es verdad… cuando aún era pequeña y mostraba dotes para la alquimia mi madre me trajo a este castillo construido sobre la tumba de Mincar clérigo de Nitsurg… Eso que ves en el medio es su tumba.
Kait observó fascinado la estructura. Era una bóveda grande cerrada y protegida por la imagen de una Valquiria.
-El rey de aquel momento me pidió que sellase un arma tan peligrosa como divina: La espada de la escarcha y como soy una de las ultimas que sabe el código Valquiriano… Es lo que he tratado de obtener.
Kait pensó un momento en todo lo que le revelaba aquella chica… No entendía mucho de alquimia y alquimistas pero de algo estaba seguro: esos sellos en el suelo eran una trampa para quien intentara abrir la bóveda que ocultaba a la espada.
-¿Por qué querés la espada? –Se le ocurrió preguntar pero inmediatamente calló. Algo se movía impaciente en la entrada del mausoleo: La Liana los había seguido. Se quejaba en un lamento de dolor ya que los círculos no permitían su entrada. Una niebla roja empezó a cubrir el suelo e inmediatamente se dieron cuenta de su error. La Liana no había huido, había ido a buscar a los hombres toro. Venían de las dos entradas. Su olor fétido y repugnante les estaba llenando los pulmones.
-¡Tenemos que huir! –Gritó Kait, pero la Reina estaba en trance. ¡Que demonios!
Sacó una flecha y se la clavo a un hombre toro en el pecho con lo que esto provoco su muerte.
Siguió disparando a mansalva contra los hombres toro caían uno tras otro. En un rincón había una de estás bestias vestido de Clérigo, a diferencia de los otros que llevaban una especie de chaleco de escamas de dragón azul. ¿Por qué los atacaban?
En algo la reina no se equivocaba, los círculos funcionaban y las flechas parecían dirigidas por la conciencia del arma. Lo inquietaba aquel clérigo que no dejaba de rezar justo sobre uno de los círculos de transmutación. ¿Sobre un circulo de transmutación? ¡Estaba desactivando el resto de los círculos! ¡Maldito clérigo!
Una flecha salió despedida de las manos de Kait y se incrusto en la frente del Clérigo traspasando su cerebro de lado a lado.
-¡Es tarde intrusos! ¡Ahora morirán!
La niebla roja cubrió todo. Se oyó el sonido del arco y la flecha y un entre chocar de espadas, además del grito mudo de la Liana.
La niebla y los sonidos fueron apagándose de a poco. Una silueta se perfiló contra la pared. Al cabo de unos segundos, y mientras la niebla se disipaba, el perfil de la reina roja fue apareciendo. Pero había alguien más. La imagen dejó mudo a Kait, aunque no así a la reina roja: La valquiria había bajado de su pedestal y los había ayudado. Kait no entendía nada hasta que la Reina roja se explicó.
-Mientras el Clérigo de los hombres toro desactivaba los círculos de transmutación yo usaba lo que él desactivaba poniéndolo en la estatua, de esa forma le di vida.
-¡Eres increíble!
.Por suerte para nosotros la activé a tiempo. La niebla roja no le afecta, y la Liana, pan comido.
Kait miró a su alrededor. La Liana se había empezado a evaporar, que es lo que hacen ellas cuando mueren, y los cadáveres de los hombres toro estaban bien muertos. Algunos con flechas otros a espadazos. ¿Pero que usaba la Reina roja de arma? Miró esas pequeñas manos y vio lo que en ellas había… Un par de Katar manchadas de sangre.
Las Katar son armas propias de ladrones experimentados, incluso él mismo tenía una de esas en su casa, sus puntas afiladas lo están incluso después de cada muerte y absorben cualquier tipo de veneno que toquen. Según lo que se decía, los enanos en las minas de Adberich fabricaban esas armas. Incluso se decía que los enanos que habían fabricado el Mjolnir, el martillo de Thor, aún seguían vivos.
La Reina roja se acercó al lugar donde había estado la Valquiria y trató de empujar la bóveda.
Kait observaba a la Valquiria. Había escuchado historias de las guardianas del Valhala, diosas de la eternidad, pero nunca había visto a ninguna de ellas. Su apariencia era hermosa e incorruptible. Si aquella Valquiria hubiese sido humana tal vez hasta la hubiera enamorado. Sin embargo a pesar de su hermosura era de una peligrosidad temible.
-¡Ey! ¡Ayúdame con esto quieres! –Le gritó la Reina roja- ¡Pesa mucho!
-¿Y dices que ahí dentro se encuentra la espada de la escarcha? No creo que sea tan fácil abrirla…
-No entiendo –Dijo ella dejando de esforzarse en vano- He roto todos los sellos del ataúd y no puedo abrirlo…
Kait limpio un poco el polvo de la tumba y leyó en voz alta:
“Para aquellos cuya codicia no abandonan la espada estará sellada. Solo la estela de…”
Paró de leer ya que el resto estaba ilegible.
-¿La estela de qué?
-No sé, no se llega a leer, parece borrado…
Sin embargo Kait había comprendido a que estela se refería. “Estela de dragón” su arma mágica. Nunca había entendido desde que perdió la memoria por que tenía aquella arma. Nunca había pasado de ser una cuchilla muy afilada. Jamás había pasado de mostrar siquiera un síntoma de magia. ¿Podría ser que…? Observó a la Valquiria que se le había puesto detrás. Pensó por un momento que lo iba a atacar, pero en cambio lo corrió a un lado y con paso rápido se subió a la tumba de Mincar clérigo de Nitsurg. Si estela de dragón encajaba allí, ¿Cómo fue que alguien se la dejó? ¿Por qué no recordaba nada?
-Vaya, tenía información de que esto me podría resultar trabajoso pero no tanto... ¿Por qué habrán borrado la continuación del texto?
Kait se decidió por fin.
-Toma.
-¿Qué es esto? ¿Un cuchillo?
-Lo encontré en mi casa cuando me desperté después de perder la memoria… “Estela de dragón” se llama…
La reina lo miró como sin creérselo. ¿Cómo pudo olvidar esa arma? ¡Era legendaria! ¿Acaso ese chico era parte de la leyenda?
La Reina lo miró disimulando un poco. Si era verdad que había perdido la memoria, sería mejor tomar la espada y salir de ahí cuanto antes. Pero se había comprometido a ayudar a Ishtar y ella era mujer de palara.
-Reina… ¿Cuál es tu verdadero nombre? –Preguntó Kait.
-Te lo diré si sobrevivimos… Dame a Estela de Dragón.





Raziel Saehara
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Las cronicas de Midgard libro I. (Novela) - por Raziel_Saehara - 14-10-2012, 21:05