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Noche de soledad (Capitulo 1)
#3
Ramiro se despidió de él y entró en el despacho del doctor... allí estaba la joven Analía quien lo miraba inquisitiva.
-¿Y el doctor? .preguntó Analía mientras Ramiro miraba que el doc no se hubiese olvidado nada- ¿se fue?
-Sí -Ramiro echó llave- ¿Lo hacemos acá?
-Eso ni preguntarlo -y después de una larga escena de besos ambos dos se dedicaron un minuto de amor-.

El doctor Díaz conducía su auto por la calle Humbolt y Santa Fe, dobló en esta última y -ya casi llegando a la pizzería- le sonó el celular. Miró la pantalla de cristal líquido y vio el nombre de quien era su esposa.
Estacionó el auto en una de las esquinas cercanas a la pizzería.
-Hola Amor -saludo a su esposa- ¿Qué pasa? ¿Estás llorando? Sí, estás llorando... ¿Qué pasó?...
-¿Podes venir a buscarme al hospital? -le pidió su mujer casi entre llantos- Por favor vení...
-Sí, ya voy para allá...
Cecilia trabajaba en “El hospital de niños Ricardo Gutiérrez” atendiendo casos de patologías mentales en niños con problemas de afecto o talvez abusados o golpeados por los padres. También chicos especiales con síndrome de Down. Esto es una cosa muy común en su oficio.
Américo arrancó el auto y se dirigió rápidamente a donde estaba su esposa. Llegó allí en un santiamén. Su esposa estaba allí en el estacionamiento llorando. El doctor bajó del auto y abrazó a su esposa. Ella trataba de decirle algo pero los nervios la traicionaban y no se lo permitían. El doctor trataba de sonsacarle frases a su señora.
-Amor, ¿Qué pasó? ¿Es grave? –La mujer lo abrazó fuerte- Está bien, está bien…
La mujer no dejaba de sostenerse la panza.
-Estoy en cinta… lo logramos amor…
Lo dijo claramente entre tantos nervios.
-Pero… No puede ser… Yo soy estéril… ¿Cómo pasó?...
-¡Es un milagro!-gritó su mujer- ¡Estoy embarazada!
-¿Voy a ser padre? –Preguntó él semi desmayado-.
Américo proceso este pensamiento lo más rápido que pudo. No lograba descubrir como.
En una ocasión Díaz y su mujer se sometieron a una investigación profunda para determinar el porque no podían tener hijos, y lo que ese medico le dijo textualmente fue esto:
-Tus genes padecen el “síndrome de Ultimátum” es una rara enfermedad en la que los espermatozoides salen muertos desde los testículos del hombre. No hay cura para este extraño síndrome. Lo único que les recomiendo es que se amen mucho.
Ese día aquel colega suyo había sido muy claro. “No hay cura”, pero ahora... su esposa estaba embarazada.
La miró a los ojos y pudo observar la alegría de aquella muchacha que era su esposa.
-¡Seré padre! -Reaccionó Américo- Le pondré de nombre Adán...
-¿Adán? Pero si todavía no sabemos si es varón o mujer... Aunque me encantaría que fuera varón...
-Sea lo que sea lo voy a querer igual -dijo Américo y le dió un profundo beso a su esposa- Lo voy a amar como a vos Ceci... ¡Nunca estuve tan feliz!
-Sí amor, los dos juntos lo vamos a amar...

Pamela había recibido hace un tiempo una carta de uno de sus entrañables compañeros de primaria. Ahora ella tenía 34 años, hacía algún tiempo que había estado juntada con un joven de un asentamiento de emergencia. Este joven, de nombre Benito, le traía flores todos los días y le regalaba poemas de amor. Justo lo que una chica quiere de un hombre. Pero, como si se tratara del hombre lobo, de noche Benito se transformaba y salía a robar autos y a golpear gente sin razón alguna. Solo le divertía hacerlo, era un hombre sádico con todas las letras.
En una oportunidad se jactó de haber robado y prendido fuego una funeraria junto a sus amigos: “El zurdo” y “El pipa”. Pamela se había cansado de “Tutte” -así es como le decían a Benito- hasta que un buen día le cambio la cerradura del edificio. Ella lloró mucho porque realmente lo amaba pero no quería seguir saliendo con un tipo que abusaba de su confianza y que robaba a otros.
Él le prometía cambiar cada una de las noches que estaban juntos, pero cuando salía de esa casa todo volvía a la normalidad... ¿Qué tenía que hacer ella para que él cambiara?
Ese día, Pamela se dirigió a casa de Celeste -una de sus amigas favoritas- iba caminando ya que quería disfrutar de un paseo a la luz de la mañana.
Llegó a la casa de Celeste. En la puerta había un hombre vestido con uniforme policial.
Pamela corrió hacia la casa para ver que sucedía allí. Ella saludo al oficial y le preguntó que había sucedido.
-Un vecino nos alertó sobre un posible robo y vinimos a chequear que todo estuviese bien... ¿Usted es conocida del dueño de esta casa?
-Soy amiga de la esposa del dueño, nos conocemos desde la secundaría -le contó Pamela- yo tengo una llave de la casa, voy a entrar para ver que esté todo bien.
-Nosotros entramos detrás suyo -le indicó uno de los polis- le cubriré la espalda.
Pamela había aprendido de su ex que muchos polis no son lo que parece, por eso ella siempre iba armada... pero no se lo iba a decir a aquellos polis.
Pamela abrió la puerta y penetró el umbral de la casa. La chica estaba desmayada allí en la entrada
-Celeste, soy Pamela... ¿Estás bien?
Celeste era una chica de medida estándar (1,70 metros), ojos verdes y pelo castaño claro. Ella se movió, abrió los ojos y se sentó. Miró a Pamela y a los dos policías que estaban con ella.
-¿Qué pasó? Ay, ay, ay… como duele…
-¿Estás bien Celeste? –Le preguntó Pamela y le extendió una mano para ayudarla, con un pequeño tirón Celeste ya se encontraba en pie- ¿Qué pasó?
-¿Está golpeada señora? –Le preguntó el oficial- ¿Reconoce a esta chica?
-Sí, fue compañera mía del secundario –Explicó Celeste-.
-¿Cómo llegó usted al suelo señora? –Le preguntó el otro oficial- ¿La golpeó alguien?
-Sí, bajé a abrir la puerta por que esperaba la visita de esta chica y alguien me golpeó en la cabeza… No tengo idea de quien pudo haber sido…
-Eso quiere decir que quien la golpeo todavía está adentro, echaré un vistazo –dijo el poli- ¡Quédense acá! ¡Llamá refuerzos Aníbal!
El policía subió las escaleras que daban al primer piso. Al final de la escalera había una puerta. Sacó el arma y la puso frente a él. Tiro de la manija para abrir aquella puerta. La puerta abrió girando sobre sus goznes. Apuntó a una sombra que se movió en ese momento.
¡Quieto! –La sombra se enrolló y desapareció frente a sus ojos- ¿Desapareció? –El oficial estaba incrédulo, aquella sombra había desaparecido frente a sus ojos- ¿Qué fue eso?
El oficial volvió a mirar y en el lugar en el que estaba la sombra ahora había un ser humano, una chica para ser exactos. La chica de pelo platinado y ojos color café se retorcía de dolor y emitía unos sonidos guturales que recordaban a un gato en celo.
La chica se movía como un pez fuera de la pecera. No dejaba de sacudirse y gritar. De pronto se hizo el silencio. La chica no se movía para nada. Parecía no respirar. El policía se acercó con cuidado, su compañero entró justo en ese momento.
-Aníbal, llamá a una ambulancia, esta piba está muerta -dijo el poli poniéndose de pie- Es extraño, no hay señales de lastimaduras o contusiones por golpes... llamá también a la policía científica, quiero que analicen todo este lugar.
El policía salió de aquel cuarto y bajó las escaleras. Celeste y Pamela estaban del lado de afuera de la vereda.
-¿Qué pasó oficial? –Le preguntó Celeste asustada- ¿Algo malo?
-Hay una chica muerta en la cocina –le contó el uniformado- parece que murió envenenada, hoy va a ser un día largo para ustedes… Muy largo.
{ Este tema ha sido editado, no postees tan rápido, editá }
espero no sean tan crueles como con la anterior...
Igual gracias.Tongue





Raziel Saehara
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Mensajes en este tema
Noche de soledad (Capitulo 1) - por Raziel_Saehara - 26-10-2010, 21:08
Noche de soledad (Capitulo 1) - por CaEli349 - 26-10-2010, 21:55
Noche de soledad (Capitulo 1) - por CaEli349 - 27-10-2010, 13:27