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Noche de soledad (novela)
#23
Pamela se había sentado en el cordón de la vereda a pensar. ¿Qué había querido decir aquel tipo? Ella entendía que era importante pero no hasta que punto. Una lágrima silenciosa rodó por su mejilla.

-Mauricio, ¿Nos prestas el walkman?
-¿Eh? Ah, sí tomá.
-¿No querés venir a escuchar música con nosotras? Es que necesitamos alguien que nos defienda de los chicos.
-No, gracias… prefiero estar solo que ser tú mulo…
Volví con mis compañeras de curso a un rincón del patio. Yo me mostraba feliz, pero en realidad estaba triste. Yo quería estar con ese chico, me gustaba su forma misteriosa de ser… pero él no me abría su corazón… ¡Yo lo amaba!
Pasaron los años y suprimí ese sentimiento hasta hoy. Nada hubiese ocurrido si él no hubiese aparecido de nuevo, pero apareció y destapó aquel antiguo amor que sentía yo por él. Desdichada de mí… ¿Qué es ese temblor?

Pamela se levantó de la vereda, se secó las lágrimas y vio asombrada como se abría el suelo a sus pies. Trato de correrse pero algo la empujó hacia delante y ella cayó…

Contreras, Nicrosio, Sánchez y Vera corrieron espantados de la fiesta pero el destino fue implacable y fueron empujados por una fuerza sobre natural hacia el abismo del cual no hay regreso; un abismo llamado muerte.

…en otras noticias, en la madrugada de hoy un terremoto sumamente extraño sacudió un salón de fiestas. Al parecer, durante la celebración del cumpleaños del famoso médico Américo Rodolfo Díaz, quien se desempeña laboralmente en la clínica privada del sol como psiquiatra, el terremoto se “trago” literalmente a cinco de los invitados. Las víctimas Miguel Ángel Contreras, Mario Nicolás Nicrosio, Iván Javier Sánchez, Horacio Leonardo Vera y Pamela Andrea Gorosito fueron tragados y desaparecieron en un profundo pozo. Muchos fueron los que los vieron caer en el pozo y morir aplastados cuando escucharon un horrible grito proveniente del fondo. Los investigadores del caso están impresionados de que no hubiese más muertos en el lugar ni que se cayera el techo a alguien encima. Hablamos con el doctor y esto nos dijo:
-Estoy realmente consternado con la muerte de estas cinco personas que fueron compañeros de primaria con los que recién hoy me había re-encontrado, sé que no hay responsables ya que fue un hecho de supra natura que no se pudo controlar. Aprovecho para informarles a los familiares de los fallecidos que no se han podido recuperar los cuerpos ya que los exámenes preliminares muestran que han caído muy en lo profundo del abismo. Yo no entiendo mucho de los aparatos usados por los investigadores pero se está haciendo lo posible por recuperar esos cuerpos, en cuanto se sepa algo más los encargados del asunto lo comunicarán a la prensa, muchas gracias por su tiempo.
-Ese fue el testimonio exclusivo del doctor Díaz…
La noticia seguía sin entrar en demasiadas descripciones. La conductora de aquel noticiero matutino se mostraba firme y decidida en sus comentarios, pero si alguien hubiese visto su alma se hubiera dado cuenta que esta lloraba de tristeza…
{ Este tema ha sido editado, no postees tan rápido, editá }
…después del programa, Carla Cecilia Costilla –la conductora del matutino- se dirigió a toda prisa a su camarín. Una vez dentro cerró con llave y comenzó a llorar, primero de pie, apoyada contra la puerta, y luego sentada contra la misma puerta. ¿Qué estaba pasando? Primero aparece el cuerpo de Baccaro en la casa de una amiga de Gorosito, luego Iorii sufre un accidente y muere, también Castro se prende fuego en su auto con sus dos hijos y ahora Nicrosio, Vera, Contreras, Sánchez y la mismísima Gorosito habían muerto tragados por la tierra. Algo andaba mal… muy mal.
¿Era la muerte quien los estaba persiguiendo como en la película Destino Final? ¿Por qué los estaba matando? ¿Acaso ellos le habían hecho algo? Y ahora… alguien golpeó la puerta.
-¡Vienen por mí! –Gritó ella, asustada por el sonoro golpe de puño-.
-¡Carla! ¡Carla! ¿Estás ahí? ¡Contestá!
La voz no era de ningún desconocido. Era su novio
Carla abrió la puerta ya un poco más animada. Al abrirla, su novio se precipitó dentro.
-Debemos salir del país, no le avises a nadie, mi familia tenía razón, él volverá –al decir esto rompió en llanto- ¡Maldito seas Yamiel!
-Otra vez con esa historia Fernando… aunque debo darte la razón, algo raro está pasando.
Fernando estaba asustado, de eso no había duda, y sabía más de lo que decía.
Fernando Antonio Karadagián, descendiente de Martín Karadagián, un ex peleador de un programa de lucha libre para chicos en la década del ’70, apenas medía un metro sesenta y siete de altura, tenía el pelo corto color azabache y sus ojos eran color miel. Además, era flaco casi al punto de la desnutrición, pero era por un problema en sus genes. Nada que no se pueda controlar con medicación.
La familia de Fernando tiene una antigua leyenda sobre Yamiel, pero estaba vetado hablar de ello con otras personas que no sean parte de la familia.
Carla empezó a considerar que aquella leyenda acerca del ángel de la furia, Yamiel era verdad.
-¿Podrías explicarme una vez más eso del ángel de la furia? –Le preguntó Carla todavía pensando si eso podría ser real-.
Karadagián comenzó su relato:
“Hace mucho tiempo, en los albores del tiempo, Dios creó el cielo y la tierra y todo lo que habita en ellos. Pero más allá de la tierra, en la dimensión desde la cuál Dios vigila a su mundo en el cual habitan los seres que él ha creado, algo malo estaba a punto de ocurrir. Un ángel, de nombre Rubí, traicionó a su padre y se convirtió así en el Satanás y Diablo.
Pero alguien observaba este hecho con ojos de venganza. Durante años actuó para Dios como su mano derecha y ángel de mayor confianza. No tuvo en cuenta la ley principal de Dios: Él podía leer los corazones de todos los que había creado, incluso ángeles o demonios.
Había llegado el momento celestial de elegir al ángel que sería enviado al cuerpo de la mujer más pura y fiel de la tierra: María de Jerusalén.
Todos los ángeles votaron por su hermano Yamiel, el ángel de la furia sin dudarlo. Incluso el arcángel Miguel votó por Yamiel.
Pero Dios sabía de las intenciones de Yamiel, sabía que él disfrutaba de matar humanos, su corazón era oscuro.
A pesar de la votación, Dios nombró “hijo del hombre” al arcángel Miguel.
Todo en aquella dimensión, de repente, se tornó oscuro ante los sorprendidos ojos de Dios.
Dios, en ese momento, comprendió que había creado un ser demasiado poderoso… tanto como él mismo.
Y Dios vio que eso no era bueno.
Así como Dios crea también destruye y con solo una exhalación de su espíritu quitó la piel del ángel y lo dejó solamente en huesos. Lo había convertido en humano.
Dios lo condenó a vagar en el mundo humano hasta el próximo Armagedón.
Pero Yamiel no aceptó con calma la decisión de Dios. Lo habían ultrajado y manipulado, Dios no entendía lo que era ver a los humanos destruyéndose entre sí.
Se refugió dentro de un ataúd en el húmedo sub-suelo de una casa en Irán. Por suerte Dios no le había quitado todos sus poderes.
Yamiel puso un sello sobre su ataúd y solo aquel hombre que odiara de verás a los humanos podría liberarlo”
-Esa es la leyenda que se cuenta en mi familia de generación en generación –terminó Fernando- Estás muy pensativa…
-Como para no estarlo, ¡nuestros compañeros de primaria están muriendo! ¡Nosotros podríamos ser los siguientes! –Carla había comenzado a ponerse histérica de nuevo- ¡Podríamos morir!
Fernando también había sido compañero de primaria de Carla, y por lógica de todos los que habían muerto y desaparecido hasta ahora.
-Permiso.
Un chico alto de barba candado y anteojos de sol entró en el cuarto. Inmediatamente, Fernando y Carla lo miraron con desconfianza.
-¿Quién sos? Si se me permite la pregunta –inquirió Karadagián, Carla se ocultó detrás de él-.
El extraño se presentó como Rafael Alvarenga y les explico quien era el verdadero enemigo.
-¿Ghomikian y Díaz? –Se dijeron a la vez Fernando y Carla-.
-Sí, parece que él tiene algo en contra de todos sus ex compañeros, hizo un pacto con otro Alvarenga, mi padre, y obtuvo un poder prácticamente omnisciente –Rafael se sentó en una silla que le extendió Fernando- Gracias, como iba diciendo, parece que no van a parar hasta matarlos a todos… ¿Ustedes le hicieron algo a ellos?
-A decir verdad… -comenzó Carla y miró a Fernando que tenía la vista fija en sus manos entrelazadas-… ¡Éramos niños! ¡Apenas estábamos entrando en la infancia! –Carla nuevamente había comenzado a ponerse nerviosa y Rafael lo notó en su voz-.
-Mauricio, de pequeño, no tenía amigos, nadie quería jugar con él, todos lo tomaban de punto, tanto las chicas como los chicos, era nuestro payaso y bufón… pero nunca supuse que su bronca llegaría hasta entrada la madurez –explicaba Fernando- ¿Qué podríamos hacer para que no nos mate?
Rafael pensó durante unos minutos mientras contemplaba a la joven pareja.
-¿Y que me dicen del doctor Díaz? –Inquirió Rafael- ¿Por qué los querría matar?
-Ellos dos eran muy amigos de chicos, Américo era el único que le hablaba como un amigo y lo trataba con cierto cariño de hermano –Comentó Carla-.
El silencio se hizo nuevamente.
-Se me acaba de ocurrir una idea –exclamó Rafael contento y a la vez extasiado- puede sonar descabellado pero…
Y comentó su idea a la pareja de jóvenes.
-Sí, es una gran idea y tal vez funcione –exclamó contento Karadagián- pero… ¿si no funciona?
-Estaríamos todos condenados.
Rafael le ordenó a Carla seguir con su trabajo como si nada sucediera y que nunca se quedara sola.
Mientras tanto, Fernando y Rafael debían poner sus esperanzas en la última posibilidad que había: debían encontrar a todos los compañeros de primaria que quedaban y realizar un último acto de bondad y resarcimiento.
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Bueno gente, queda solo un capitulo para el desenlace de esta novela. Espero les guste como a mi. Abrazoz





Raziel Saehara
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