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Noche de soledad mejorado parte 3 (I)
#2
(II)Díaz seguía el trayecto que hacía Mauricio. Incluso pudo escuchar la pequeña charla entre él y Gorosito. Ghomikian se traía algo entre manos, ¿Pero que era? Lo vio caminando hasta las vías del ferrocarril Sarmiento y, como si de magia se tratara, se esfumó junto a su hijo. Díaz buscó desesperadamente para ver si lo volvía a encontrar. La iglesia, la plaza, el observatorio… ¡No estaba por ningún lado! ¿Qué demonios estaba pasando allí?

Ghomikian observaba admirado como la situación había cambiado. Todo a su alrededor estaba distinto. La vieja iglesia, que se encontraba deshabitada y en estado de decaimiento, ahora estaba más reluciente que nunca.
Las paredes, otrora descuidadas y sucias, ahora estaban pintadas de color fucsia y amarillo. El techo, alto, de grandes cúpulas y rústicos dibujos en sus vitrinas, brillaban de impecabilidad.
Observó que alguien, vestido con una capa larga y tapado con una capucha, una especie de monje al que no se le veía el rostro se le acercaba. Cuando llegó junto a ellos, Ghomikian saboreó el gusto de la sangre en sus labios.
-¡Sangre!
Ghomikian se dio cuenta de que su hijo también sangraba.
-Acompáñenme –dijo una voz hueca que parecía venir de el asilo donde se ocultan los demonios- Mi amo los espera…
-¿Qué es este juego papá? –Dijo Facundo- ¿Es un juego no?
-Sí, y me parece conocer al que está detrás de este juego…
El monje los guío hacia una estatua. A primera vista pensaron que se trataba de la estatua de Cristo, pero luego se dieron cuenta que no era así. Se trataba de un ángel, y era el más hermoso que jamás se haya visto. Frente a la estatua gigante –llegaba al techo- se hallaba él… enemigo de los humanos… sus ojos brillaban como el fuego mismo del infierno.
Al verlo, Facundo se desmayó. Su padre lo dio vuelta y trató de reanimarlo.
-Déjalo, ya despertara. Vete Satanás.
Sin lugar a dudas se había referido a su sirviente, este respondió a su amo y se retiró. ¿Qué otra opción tenía? Luego de que él se fuera, Ghomikian sintió como si le volviera la respiración.
-¿Qué es este lugar Enrique?
-Es mi casa, aquí vivo, aquí está mi verdadero ser. Esto es lo que soy…
-¿Eres un demonio?
Enrique rió.
-No, ese que se fue si que lo era. Era uno de baja extirpe.
-No entiendo…
-No hay nada que entender. Te contaré una historia…

…Hace seis años, en una casa cercana a esta, existía un joven al cual todos consideraban un autentico buen vecino. Nadie osaba contradecirlo. Él era un sacerdote en ésta misma iglesia, solo que era otra la estatua. El nombre de este sujeto era Néstor Oscar Alvarenga y era mi hermano.
Mis padres, por alguna razón, nos abandonaron. Me dejaron solo con él. Para colmo de males, él era mi gemelo.
El problema más grave en todo esto era que a mí…je… me faltaban las dos piernas, ya que nací sin ellas.
A la edad de cinco años mi hermano me encerró en el sótano de la casa y desde ahí en más fingió ser hijo único. La señora con la que habíamos quedado a cargo pensó que yo había muerto porque así se lo dijo Néstor. Para colmo, él me había atado las manos y me había amordazado. Sin piernas, con las manos atadas y amordazado, rodeado de ratas y cucarachas y sin una sola luz que me alumbrara mucho no iba a vivir demasiado. ¿Dónde estaba Dios en este momento? ¿Acaso no veía como sufría?
Sin embargo, desnutrido y deshidratado, logré aguantar siete largos años. ¿Razón? ¡Odio! ¡Mucho odio! Y todo contra mi hermano.
-¿Me escuchás? –escuché una voz en mi cabeza que decía eso.
-¡¿Quién eres?! –Pregunté yo en mi mente ya que aquel pañuelo seguía en mi garganta.
-Soy tu salvador…
-¿Mi salvador?...
-Se por lo que estás pasando y puedo ayudarte… escúchame y no me temas, no soy el malo en esto… el malo es Dios. Por su culpa estamos acá abajo… Ambos queremos venganza… ¡Pues venguémonos!
-Pero… Yo no tengo piernas…
En ese momento, sentí un dolor, algo caliente y punzante que se extendía desde el muñón hasta… ¡El pie! ¡Tenía pie!
Hice un poquito de fuerza y rompí las cuerdas que me ataban, lo pude hacer por que ya estaban viejas y desgastadas. De hecho nunca me las habían cambiado. Eso posibilitó el que yo pudiera romperlas. Saqué el trapo de mi boca. Y me puse en pie tambaleante. Sentí la ira crecer dentro mío. Fui hasta la puerta y la rompí a patadas. Sentí unas punzadas y un ardor en los ojos. Busque a mi hermano por toda la casa pero no lo encontré. Opté por bañarme y quitarme el polvo de esos años malos mientras pensaba en lo que le haría cuando lo viera.
Me afeité, me puse su ropa y salí a la calle. Todo estaba muy cambiado y había cosas que ni conocía. Decidí esperarlo en el sótano. Fui allí y prendí la luz. En un rincón se hallaba un sarcófago negro. Lo que había allí dentro me cambió la vida.
Esperé que mi hermano llegara y le acuchillé, pero no lo maté. Me lo comí… después si, desde luego, quedó muerto en mi estómago…

…Y esa es mi historia. Desde aquél día, lo que había en el sarcófago, me ha ayudado y ha sido como un padre para mí. En aquella casa aún me llaman Néstor cosa que no puedo evitar. Por ello vengo aquí donde está él –dijo señalando la estatua- y él es Ketael uno de los setenta y dos ángeles de la Cábala.
-¡Guau! ¡Que historia! ¡Podrías escribir un libro!
-Sí, en ocasiones pienso en hacerlo, pero después descubro cual es el rol en mi vida y desisto.
-Entonces… ¿Ketael es un ángel?
-Así es… Un “ángel” que no ha sido bien cuidado. Por eso ha caído a la tierra. Pero eso lo dejo para otra ocasión. Ahora, lo que me concierne, es “Dopar” a tu hijo. Convertirlo en una sombra para que vos, mediante ordenes comunes y simples, puedas dominarlo, como si se tratara de una mascota.
-Mi hijo… ¿Un asesino?
-mmm... si queres llamarlo así…
-Está bien, acepto el trato…
Enrique sonrió mostrando sus dientes blancos.
-Empecemos…
Golpeó sus manos al aire y, en solo un segundo, se vieron rodeados de sombras. Ghomikian ni siquiera se inmutó, sabía de hecho lo que iba a suceder.
Su hijo, aún con los ojos cerrados, se puso en pie. En realidad una de las sombras lo sostenía desde abajo, como si esta fuera una alfombra negra y maquiavélica.
Las sombras que lo rodeaban se convirtieron en una especie de liquido y de ésta forma entraron en el cuerpo de Facundo que cayó suavemente al suelo como si de una hoja seca en pleno otoño se tratara.
-Cuídalo bien, no dejes que lo descubran -Le indicó Enrique y con un chasquido padre e hijo se encontraron fuera de la vieja iglesia.
Y de ésta manera el terror dio inicio.





Raziel Saehara
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Noche de soledad mejorado parte 3 (I) - por Raziel_Saehara - 30-09-2011, 11:54