28-03-2012, 11:06
(Última modificación: 17-04-2012, 10:14 por Raziel_Saehara.)
Capitulo VI: ¿Dónde estás amor de mi vida…?
Habían pasado apenas unos días desde aquellas fatídicas palabras de Jenny. Era sabido que su amigo amaba más que nada en el mundo a su prometida. Le había regalado un anillo de compromiso del señor de los anillos muy bonito. Tenía escrito la frase “Jenny te amo” en caracteres elficos. Estaba bañado en oro y plata auténticos. Ese día seguro se lo entregaría ya que así lo había dispuesto él.
Era apenas de tarde cuando sonó el teléfono en la casa de Benjamín.
-Hola… -Contestó Adriana- …sí, ahí te paso… Benja, es para vos…
-Hola…
-Che Benja, disculpa que te moleste… ¿Jenny no anduvo por ahí?
-¿Por acá? No… ¿Por?
Temía la respuesta así que solo me abstuve de escuchar.
-Se fue… ¡No la encuentro por ningún lado!
Lo primero que se me ocurrió fue…
-¿Habrá vuelto a su casa?
-Su papá la había echado la última vez que fue…
Eso sucedió cuando se conocieron. Ya mencione que su padre trabajaba de seguridad en un supermercado de Palermo y que cuando él se iba entraba furtivamente. Bueno, un mal día el padre volvió y los encontró, bueno, haciendo “Eso”. ¿Qué hizo? A la hija la molió a golpes. Y a Matías lo dejó como Dios lo trajo al mundo en medio de la calle. Fue gracias a una vecina que le hacía de compinche que le prestó la ropa de su ex marido que pudo volver a la casa. Por cierto, Roberto, el padre de Jenny, le devolvió la ropa –sin la billetera- un tiempo después.
-¿Pero vos pensás que puede estar en lo del padre? –Preguntó Matías con voz de duda.
-¿Qué otra posibilidad hay?
Se hizo el silencio y como si me hubiesen tirado agua fría reaccioné…
-¿Y Maité?
-Está con Vero…
Verónica, la hermana de Matías, era la más centrada de sus hermanas, o más bien la que siempre le sacaba las papas del fuego a Matías.
-Venite para casa que te acompaño hasta la casa de ella… seguramente está ahí.
Después de que él llegara a casa algo trastornado al punto de que cualquier cosa o lugar le remitía a ella, fuimos hasta la casa. Él estaba llorando. De repente me vino una imagen de mí llorando… ya había pasado un año de aquella herida que aún seguía abierta y todavía la recordaba a través de mis sueños. Habían pasado nada más que tres años desde aquello… ¡¿Nada más?! ¡Maldito sea el tiempo que corre tan lento y perdura tanto en nuestra mente! Esperamos callados el colectivo que nos llevaría a la casa de Jenny y al llegar, yo no tenía idea de donde vivía, nos dirigimos a su casa. Era un PH con varios departamentos. Al parecer la casa de ella estaba al fondo del pasillo.
Decidí quedarme en la esquina mientras él hablaba con su pareja… no quería pensar o decir que fuera su ex… no me imaginaba lo que podría llegar a pasar si eso se hacia real.
Estaba empezando a levantarse un viento y caían un par de gotas en aquel lugar. Miré la hora en mi reloj pulsera y observé con asombro que ya eran las diez de la noche… tenía que avisarle a mi vieja donde era que estaba y a que hora pensaba volver ya que al día siguiente tenía que trabajar temprano. Saqué mi celular y le mandé un mensaje.
“Ma, estoy con Matías en Palermo voy a llegar un poquito más tarde”
Lo envié y la respuesta me llegó al minuto.
“¿Qué haces en Palermo? Venite ya para acá que tenés que tomar la medicación.”
Le volví a responder.
“Estoy en lo de Jenny por un problema. Después te cuento”
No recibí respuesta. Solo esperaba que la profecía que había hecho hacía algún tiempo no se cumpliera.
-¿Lo recordás no? La profecía… -Dijo una voz en mi mente.
-¡Sí! ¡Como para olvidarla! –Dije yo, aunque la otra voz también era yo…
En eso que estaba charlando conmigo mismo, y después de una hora en la que vi muchos colectivos pasar, Matías volvía… Solo.
No quise sonreír pero lo hice e inmediatamente cambie de formato mi rostro a uno triste.
-Vámonos –Fue todo lo que dijo y nos dirigimos a la parada del colectivo.
Llegamos a la parada y comenzó a despotricar en contra de las mujeres.
-¡Sos bueno y te abandonan! ¡Sos el peor y se te pegan como moscas!
¡Cuanta verdad hay en esas palabras!
Le pase una mano por los hombros buscando la forma de tranquilizarlo pero no lo logré. Subimos al colectivo y nos sentamos al fondo de todo, estaba casi tan vacío como mi estomago. Recién ahí pensé en la comida y en que no tenía un peso partido por la mitad.
Llegamos al tren pero el último se había ido cuando nosotros llegamos… prácticamente nos cerró la puerta en la cara. Tuvimos que volver en un colectivo que nos dejó en Caseros y de ahí venirnos caminando. En fin, llegué a casa a las dos de la mañana. Estaba tan cansado que apenas llegué me fui a dormir sin tomar la medicación.
La semana siguiente fue ir y venir de la casa de Jenny, aunque no tan tarde. Matías se peleó con los amigos: Norbi, P-Chan, Grassi y Jorge. Al parecer todos ellos se habían acostado con su ex… ¿Amigos?Solo quedamos nosotros dos. Él se quedó sin amigos y a mí los amigos que tenía me dieron vuelta la cara.
Mientras todo esto pasaba, yo seguía pensando en Graciela. ¿Me extrañaría tanto como yo la extrañaba a ella?
Eso era imposible de saber pero estaba en mi mente.
Por otro lado, Jenny nunca volvió con Matías y yo el 22 de Septiembre Morí. Ya no había vuelta atrás. Todo había sido en vano… Incluso mi muerte. Ya no volvería a amar. No volvería a sentir. No volvería… En realidad, Nunca salí de Open doors, mi familia me detesta por eso no vienen a verme y por eso invento historias que no llevan a ninguna parte… Las posibilidades de volver con mi familia son nulas… Pero algún día, cuando reencarne, creo que volvería a amar. Una segunda oportunidad. Quizas…
¿Fin?
Habían pasado apenas unos días desde aquellas fatídicas palabras de Jenny. Era sabido que su amigo amaba más que nada en el mundo a su prometida. Le había regalado un anillo de compromiso del señor de los anillos muy bonito. Tenía escrito la frase “Jenny te amo” en caracteres elficos. Estaba bañado en oro y plata auténticos. Ese día seguro se lo entregaría ya que así lo había dispuesto él.
Era apenas de tarde cuando sonó el teléfono en la casa de Benjamín.
-Hola… -Contestó Adriana- …sí, ahí te paso… Benja, es para vos…
-Hola…
-Che Benja, disculpa que te moleste… ¿Jenny no anduvo por ahí?
-¿Por acá? No… ¿Por?
Temía la respuesta así que solo me abstuve de escuchar.
-Se fue… ¡No la encuentro por ningún lado!
Lo primero que se me ocurrió fue…
-¿Habrá vuelto a su casa?
-Su papá la había echado la última vez que fue…
Eso sucedió cuando se conocieron. Ya mencione que su padre trabajaba de seguridad en un supermercado de Palermo y que cuando él se iba entraba furtivamente. Bueno, un mal día el padre volvió y los encontró, bueno, haciendo “Eso”. ¿Qué hizo? A la hija la molió a golpes. Y a Matías lo dejó como Dios lo trajo al mundo en medio de la calle. Fue gracias a una vecina que le hacía de compinche que le prestó la ropa de su ex marido que pudo volver a la casa. Por cierto, Roberto, el padre de Jenny, le devolvió la ropa –sin la billetera- un tiempo después.
-¿Pero vos pensás que puede estar en lo del padre? –Preguntó Matías con voz de duda.
-¿Qué otra posibilidad hay?
Se hizo el silencio y como si me hubiesen tirado agua fría reaccioné…
-¿Y Maité?
-Está con Vero…
Verónica, la hermana de Matías, era la más centrada de sus hermanas, o más bien la que siempre le sacaba las papas del fuego a Matías.
-Venite para casa que te acompaño hasta la casa de ella… seguramente está ahí.
Después de que él llegara a casa algo trastornado al punto de que cualquier cosa o lugar le remitía a ella, fuimos hasta la casa. Él estaba llorando. De repente me vino una imagen de mí llorando… ya había pasado un año de aquella herida que aún seguía abierta y todavía la recordaba a través de mis sueños. Habían pasado nada más que tres años desde aquello… ¡¿Nada más?! ¡Maldito sea el tiempo que corre tan lento y perdura tanto en nuestra mente! Esperamos callados el colectivo que nos llevaría a la casa de Jenny y al llegar, yo no tenía idea de donde vivía, nos dirigimos a su casa. Era un PH con varios departamentos. Al parecer la casa de ella estaba al fondo del pasillo.
Decidí quedarme en la esquina mientras él hablaba con su pareja… no quería pensar o decir que fuera su ex… no me imaginaba lo que podría llegar a pasar si eso se hacia real.
Estaba empezando a levantarse un viento y caían un par de gotas en aquel lugar. Miré la hora en mi reloj pulsera y observé con asombro que ya eran las diez de la noche… tenía que avisarle a mi vieja donde era que estaba y a que hora pensaba volver ya que al día siguiente tenía que trabajar temprano. Saqué mi celular y le mandé un mensaje.
“Ma, estoy con Matías en Palermo voy a llegar un poquito más tarde”
Lo envié y la respuesta me llegó al minuto.
“¿Qué haces en Palermo? Venite ya para acá que tenés que tomar la medicación.”
Le volví a responder.
“Estoy en lo de Jenny por un problema. Después te cuento”
No recibí respuesta. Solo esperaba que la profecía que había hecho hacía algún tiempo no se cumpliera.
-¿Lo recordás no? La profecía… -Dijo una voz en mi mente.
-¡Sí! ¡Como para olvidarla! –Dije yo, aunque la otra voz también era yo…
En eso que estaba charlando conmigo mismo, y después de una hora en la que vi muchos colectivos pasar, Matías volvía… Solo.
No quise sonreír pero lo hice e inmediatamente cambie de formato mi rostro a uno triste.
-Vámonos –Fue todo lo que dijo y nos dirigimos a la parada del colectivo.
Llegamos a la parada y comenzó a despotricar en contra de las mujeres.
-¡Sos bueno y te abandonan! ¡Sos el peor y se te pegan como moscas!
¡Cuanta verdad hay en esas palabras!
Le pase una mano por los hombros buscando la forma de tranquilizarlo pero no lo logré. Subimos al colectivo y nos sentamos al fondo de todo, estaba casi tan vacío como mi estomago. Recién ahí pensé en la comida y en que no tenía un peso partido por la mitad.
Llegamos al tren pero el último se había ido cuando nosotros llegamos… prácticamente nos cerró la puerta en la cara. Tuvimos que volver en un colectivo que nos dejó en Caseros y de ahí venirnos caminando. En fin, llegué a casa a las dos de la mañana. Estaba tan cansado que apenas llegué me fui a dormir sin tomar la medicación.
La semana siguiente fue ir y venir de la casa de Jenny, aunque no tan tarde. Matías se peleó con los amigos: Norbi, P-Chan, Grassi y Jorge. Al parecer todos ellos se habían acostado con su ex… ¿Amigos?Solo quedamos nosotros dos. Él se quedó sin amigos y a mí los amigos que tenía me dieron vuelta la cara.
Mientras todo esto pasaba, yo seguía pensando en Graciela. ¿Me extrañaría tanto como yo la extrañaba a ella?
Eso era imposible de saber pero estaba en mi mente.
Por otro lado, Jenny nunca volvió con Matías y yo el 22 de Septiembre Morí. Ya no había vuelta atrás. Todo había sido en vano… Incluso mi muerte. Ya no volvería a amar. No volvería a sentir. No volvería… En realidad, Nunca salí de Open doors, mi familia me detesta por eso no vienen a verme y por eso invento historias que no llevan a ninguna parte… Las posibilidades de volver con mi familia son nulas… Pero algún día, cuando reencarne, creo que volvería a amar. Una segunda oportunidad. Quizas…
¿Fin?
Raziel Saehara