22-03-2012, 21:08
Capitulo V: Un mes después…
Estar encerrado no es lindo pero a veces se hace necesario. Calmar la mente, relajar el cuerpo y dejarse estar. Allí podía pensar, recapacitar, pensar los porque y no los como. El hermano de Matías, Néstor, me había dicho una vez una cosa que me marco…
“¿Qué es un problema?”
… Por primera vez no supe que responder. No tenía idea.
“Un problema es una sucesión de cosas a las cuales no podemos resolver siendo que la solución está delante de nuestros ojos, solo hay que tomar eso y sostenerlo para poder decir: Yo resolví el problema” Me dijo.
En aquel mes que pase internado, con la visita fiel de mi mamá, pensé ¿Cuál es el problema? Que yo existo y no tengo nadie que me quiera, sacando a mí entorno familiar. No tenía nada. Un solo amigo, Matías, otro perdido por ahí y uno al que extraño demasiado. Habíamos sido compañeros en la secundaria justo antes de que me enfermara: Enrique Cataldo. Su madre, también llamada Adriana, se enojo conmigo por que no fui a al bautismo de su hija menor. Yo no tenía idea lo que era un bautismo y tenía miedo… en fin, no fui y me echó de su casa. Tenía razón. No se puede servir a Dios y rezarles a los demonios.
Ese día, la doctora Shema quería verme.
-Ortega, dígame, ¿se fueron las voces?
-Sí… (Mentiroso) dijo la voz en su mente
-Bien, vamos a darte un permiso de salida de dos semanas y vamos a ver como te va.
Al salir de ahí se dirigieron a su casa. Su vida volvía poco a poco a la calma pero…
-Benja –Le dijo su madre cuando volvían en el colectivo- Estuve averiguando para meterte en un hospital de día.
-¿Un hospital de día? ¿Qué es eso?
-Son grupos de ayuda al esquizoide o bipolar…
-Esquizoide… Que mal suena… Pero es lo que soy…
Por otro lado, su madre, Adriana, se sentía mal. Era mucha la impotencia que sentía por no poder llevar su vida como deseaba. Su ex marido tampoco ayudaba demasiado. Al separarse, Héctor, dejó a todos en banda y se fue a vivir con una prostituta, dejando a su propia madre con su ex esposa. Ahora su madre había fallecido y sus hijos apenas tenían para comer. Esta situación ponía mal a Adriana y solo buscaba dormir. Le sacaba alguna que otra pastilla a su hijo o tomaba de más de las que le daba su propio psiquiatra. Había atentado contra su propia vida más de cinco veces en una semana. Por otro lado Benjamín evitaba su propia casa. No quería ver a su madre en aquel estado. Todos los días, al llegar a su casa, encontraba a su madre dopada.
-¡Quiero dormir! –Repetía cada vez que la policía se la llevaba al hospital para un lavaje de estomago.
Un día de esos en los que visitaba a Matías, Jenny ya había tenido al bebé –Le habían puesto Maité- y él no se encontraba, Jenny le hizo una pregunta extraña…
-Benja, vos que conoces a Matías, ¿Crees que me ama de verdad?
-¿Estas loca? ¡Sos su vida! Sin vos él se muere.
Detecté una nota fatídica en su voz sin saber el desastre que se avecinaba…
Estar encerrado no es lindo pero a veces se hace necesario. Calmar la mente, relajar el cuerpo y dejarse estar. Allí podía pensar, recapacitar, pensar los porque y no los como. El hermano de Matías, Néstor, me había dicho una vez una cosa que me marco…
“¿Qué es un problema?”
… Por primera vez no supe que responder. No tenía idea.
“Un problema es una sucesión de cosas a las cuales no podemos resolver siendo que la solución está delante de nuestros ojos, solo hay que tomar eso y sostenerlo para poder decir: Yo resolví el problema” Me dijo.
En aquel mes que pase internado, con la visita fiel de mi mamá, pensé ¿Cuál es el problema? Que yo existo y no tengo nadie que me quiera, sacando a mí entorno familiar. No tenía nada. Un solo amigo, Matías, otro perdido por ahí y uno al que extraño demasiado. Habíamos sido compañeros en la secundaria justo antes de que me enfermara: Enrique Cataldo. Su madre, también llamada Adriana, se enojo conmigo por que no fui a al bautismo de su hija menor. Yo no tenía idea lo que era un bautismo y tenía miedo… en fin, no fui y me echó de su casa. Tenía razón. No se puede servir a Dios y rezarles a los demonios.
Ese día, la doctora Shema quería verme.
-Ortega, dígame, ¿se fueron las voces?
-Sí… (Mentiroso) dijo la voz en su mente
-Bien, vamos a darte un permiso de salida de dos semanas y vamos a ver como te va.
Al salir de ahí se dirigieron a su casa. Su vida volvía poco a poco a la calma pero…
-Benja –Le dijo su madre cuando volvían en el colectivo- Estuve averiguando para meterte en un hospital de día.
-¿Un hospital de día? ¿Qué es eso?
-Son grupos de ayuda al esquizoide o bipolar…
-Esquizoide… Que mal suena… Pero es lo que soy…
Por otro lado, su madre, Adriana, se sentía mal. Era mucha la impotencia que sentía por no poder llevar su vida como deseaba. Su ex marido tampoco ayudaba demasiado. Al separarse, Héctor, dejó a todos en banda y se fue a vivir con una prostituta, dejando a su propia madre con su ex esposa. Ahora su madre había fallecido y sus hijos apenas tenían para comer. Esta situación ponía mal a Adriana y solo buscaba dormir. Le sacaba alguna que otra pastilla a su hijo o tomaba de más de las que le daba su propio psiquiatra. Había atentado contra su propia vida más de cinco veces en una semana. Por otro lado Benjamín evitaba su propia casa. No quería ver a su madre en aquel estado. Todos los días, al llegar a su casa, encontraba a su madre dopada.
-¡Quiero dormir! –Repetía cada vez que la policía se la llevaba al hospital para un lavaje de estomago.
Un día de esos en los que visitaba a Matías, Jenny ya había tenido al bebé –Le habían puesto Maité- y él no se encontraba, Jenny le hizo una pregunta extraña…
-Benja, vos que conoces a Matías, ¿Crees que me ama de verdad?
-¿Estas loca? ¡Sos su vida! Sin vos él se muere.
Detecté una nota fatídica en su voz sin saber el desastre que se avecinaba…
Raziel Saehara