13-02-2012, 20:13
Capitulo XII: ¡Hail!
Rojas, aún caracterizado como linyera, decidió seguirle la pista al linyera que hacía unos minutos se había sentado a su lado.
El linyera corría por la calle Santos vega al 7500. Se detuvo en un galpón enorme donde funcionaba una panadería: El deleite se llamaba.
El linyera miró para todos lados antes de entrar. Era de noche y nadie lo veía ahí Ni él veía a su enemigo.
Luego de unos minutos de esperar (Por si al linyera se le ocurriese volver a salir) Rojas se acercó al portón que comunicaba con el interior de la panadería. Lo empujó y para su suerte (eso esperaba) el falso linyera olvidó la puerta abierta.
Un pasillo ancho que llevaba al lugar donde se cocinaba el pan era lo primero que vio al entrar. Saco su arma reglamentaria de la sobaquera y la linterna. Todo estaba oscuro allí dentro oscuro y pegajoso.
Alguna especie de sustancia había sido rociada por el suelo. Era pegajosa y de un olor asqueroso que impregnaba el lugar.
Unas voces se escuchaban en la distancia. Rojas se acercó a la luz y miró. Dos hombres grandotes y musculosos parados frente a un sillón que estaba mostrando solo su respaldo. Rojas se preguntaba si quizás Escuchó sin hacer ruido al linyera que se había peleado con él. Estaba con una rodilla en el suelo y la cabeza tocándole la rodilla.
-Lo siento Sir Alguien, aún no identificado, se vistió como uno de los nuestros y pretendió pasarse de listo.
-¡Hail! -Se escuchó decir a alguien desde el asiento. ¿Alemán?- Es suficiente, no quiero escuchar más excusas. Quiero que la mercancía sea llevada al puerto mañana. Por cierto, Nabul, ¿hiciste eso que te pedí en el pasillo?
Nabul que era uno de los que estaba parado allí al lado de la silla, se acercó a la puerta donde estaba Rojas miró y con un fuerte golpe a la puerta la cerró.
Lo que pasó a continuación fue horrible. Lo que había en el piso era Fuego vivo
-¡Petróleo!
Rojas corrió en sentido contrario, hacia la entrada y sintió una ráfaga de calor proveniente de donde él había estado. El piso tras él se consumió en el petróleo y el fuego iba lentamente detrás de él.
Llegó a la puerta. Tiró con fuerza. Pero se llevó una sorpresa. Del techo se abrió una compuerta y más de ese liquido le cayó encima. ¡Maldita sea!
-¡Noooo!
Las llamas consumieron lentamente el cuerpo de Rojas mientras rogaba a Dios por ayuda. Cayó al suelo entre medio de espasmos involuntarios e incendiarios.
-¡Jacqueline! fue lo ultimo que logro articular antes que sus labios se consumieran en el fuego vivo.
A miles de kilómetros de distancia a Jacqueline le pareció oír la voz de su hermano. Debió ser su imaginación.
-Juraría que había escuchado a mi hermano Otto, ¿Estas bien?
-Sí solo es un dolor de cabeza. ¡Vamos! Es mejor apurarnos o perderemos el tren.
-Bueno y para sus fueros interiores acotó- Espero estés bien hermano.
Rojas, aún caracterizado como linyera, decidió seguirle la pista al linyera que hacía unos minutos se había sentado a su lado.
El linyera corría por la calle Santos vega al 7500. Se detuvo en un galpón enorme donde funcionaba una panadería: El deleite se llamaba.
El linyera miró para todos lados antes de entrar. Era de noche y nadie lo veía ahí Ni él veía a su enemigo.
Luego de unos minutos de esperar (Por si al linyera se le ocurriese volver a salir) Rojas se acercó al portón que comunicaba con el interior de la panadería. Lo empujó y para su suerte (eso esperaba) el falso linyera olvidó la puerta abierta.
Un pasillo ancho que llevaba al lugar donde se cocinaba el pan era lo primero que vio al entrar. Saco su arma reglamentaria de la sobaquera y la linterna. Todo estaba oscuro allí dentro oscuro y pegajoso.
Alguna especie de sustancia había sido rociada por el suelo. Era pegajosa y de un olor asqueroso que impregnaba el lugar.
Unas voces se escuchaban en la distancia. Rojas se acercó a la luz y miró. Dos hombres grandotes y musculosos parados frente a un sillón que estaba mostrando solo su respaldo. Rojas se preguntaba si quizás Escuchó sin hacer ruido al linyera que se había peleado con él. Estaba con una rodilla en el suelo y la cabeza tocándole la rodilla.
-Lo siento Sir Alguien, aún no identificado, se vistió como uno de los nuestros y pretendió pasarse de listo.
-¡Hail! -Se escuchó decir a alguien desde el asiento. ¿Alemán?- Es suficiente, no quiero escuchar más excusas. Quiero que la mercancía sea llevada al puerto mañana. Por cierto, Nabul, ¿hiciste eso que te pedí en el pasillo?
Nabul que era uno de los que estaba parado allí al lado de la silla, se acercó a la puerta donde estaba Rojas miró y con un fuerte golpe a la puerta la cerró.
Lo que pasó a continuación fue horrible. Lo que había en el piso era Fuego vivo
-¡Petróleo!
Rojas corrió en sentido contrario, hacia la entrada y sintió una ráfaga de calor proveniente de donde él había estado. El piso tras él se consumió en el petróleo y el fuego iba lentamente detrás de él.
Llegó a la puerta. Tiró con fuerza. Pero se llevó una sorpresa. Del techo se abrió una compuerta y más de ese liquido le cayó encima. ¡Maldita sea!
-¡Noooo!
Las llamas consumieron lentamente el cuerpo de Rojas mientras rogaba a Dios por ayuda. Cayó al suelo entre medio de espasmos involuntarios e incendiarios.
-¡Jacqueline! fue lo ultimo que logro articular antes que sus labios se consumieran en el fuego vivo.
A miles de kilómetros de distancia a Jacqueline le pareció oír la voz de su hermano. Debió ser su imaginación.
-Juraría que había escuchado a mi hermano Otto, ¿Estas bien?
-Sí solo es un dolor de cabeza. ¡Vamos! Es mejor apurarnos o perderemos el tren.
-Bueno y para sus fueros interiores acotó- Espero estés bien hermano.
Raziel Saehara