14-10-2011, 17:41
(II)
Pamela disfrutaba de un paseo bajo la lluvia. Si había algo que le gustaba era la lluvia. Pronto llegó hasta una pizzería. Era casi de noche ya y estaba un poco húmeda, no chorreando agua pero si húmeda. La lluvia había amainado un poco, gracias a ello Gorosito no estaba empapada de pies a cabeza sino simplemente húmeda.
Observó que con aquella lluvia, mucha gente optaba por pedir las pizzas a domicilio, sin embargo ella estaba ahí, lista para disfrutar la vida.
-¿Pamela? -Ella se dio vuelta. Un hombre de estura normal y vestido con ambo y jeans es lo que sus ojos veían- ¡Gorosito!
-Hola… ¿Quién sos? Te veo cara conocida.
-Américo Díaz…
-¿Quién?
Américo rió. Él tampoco había sobresalido demasiado en la primaria al parecer.
-Soy un ex compañero tuyo de la primaria. El mejor amigo de Ghomikian, pero hace tiempo que no lo veo –Mintió él al ver la cara de horror de la chica.
-Sí, ahora te recuerdo, al que llamaban “Murdock”…
-Murdock… hace tiempo que nadie me llamaba así… Aunque nunca supe el por que del apodo.
Pamela rió.
-Yo tampoco. ¿Qué fue de tú vida Américo?
Américo se encogió de hombros.
-Nada en particular. Ahora soy médico clínico…
-Te gustaría comer algo conmigo ahora…
-¿Acá? ¿En ésta pizzería?
-Sí, ¿por que no?
-De acuerdo, creo que dispongo de unos minutos extras.
Américo se dijo que sería una excelente oportunidad para averiguar cosas de Ghomikian.
Se sentaron a una mesa en el exterior del local, debajo del toldo, y pidieron una pizza grande de jamón y queso acompañada de una botella de Coca cola.
Comieron y charlaron un rato largo. Américo llevaba a su victima a su encuesta.
-… en fin, nunca encontré a mi verdadero amor –decía ella- salí un tiempo con un tipo de una villa, Tati le decían, era como el hombre lobo: de día era buen tipo, educado y romántico; pero cuando se pasaba un poco con la dosis de alcohol se volvía violento, agresivo y hasta un poco loco. Aunque yo se que en el fondo el no quería eso. Él solo buscaba su felicidad mediante la agresividad.
-Una mala manera de buscar la felicidad si me preguntan…
-Sí…
-Pamela, ¿Puedo hacerte una pregunta?
-Sí, dos al precio de una –y tomó un sorbo de coca como para humedecer los labios, la atmosfera se había puesto pesada de golpe…
-¿Cuál es tu historia con Ghomikian?
Pamela al escuchar aquel apellido abrió los ojos de par en par.
-Yo… yo…
-Hablá Pamela…
-Está bien, no me presiones, es un viejo recuerdo, algo que paso de chicos… En aquel entonces yo estaba enamorada de él, casi hasta la locura… pero un día.
“Volvía a casa del colegio. Nuestras casas estaban cerca. Éramos vecinos por cuadras. Y entonces, él se me adelantó y me cruzó…”
-Necesito que hablemos…
-¿Qué pasa Ghomikian? No me asustes por favor.
-Asústate, téneme miedo… No te enamores de mí, si lo haces te voy a odiar de por vida, aléjate de mí… Los monstruos no podemos amar.
“Me dejó ahí. Temblando bajo el frío de Mayo, justo el día de mi cumpleaños. Pensé que iba a ser un buen cumpleaños pero me había equivocado. Lloré y juré no hablarle nunca más.”
El silencio se hizo en la pizzería. Solo se escuchaba el sonido de la lluvia cayendo sobre la lona de plástico que cubría el espacio entre el local y la calle.
-Bueno, tengo que irme, ya es tarde –Dijo Pamela- Un placer haberte visto de nuevo… y gracias… ahora me siento mejor.
Américo se quedó en silencio. Estaba maquinando a cien. Su descubrimiento explicaba algunas facetas del comportamiento de Ghomikian.
-Muy interesante -levantó la vista del suelo- Gracias Gorosito –Una sonrisa se dibujo en su rostro.
La prisión del Palomar es un lugar terrorífico. Ni siquiera el juez más atrevido desea meterse en aquel lugar a investigar.
Tati, el ex novio de Gorosito, se encuentra allí encerrado. En estos pocos días que ha estado ahí lo han golpeado hasta quebrarlo. Pero, para su suerte, hoy no se han molestado en hacerle daño. Quizás se aburrieron de él.
Pronto Tati se durmió y en sueños empezó la pesadilla. Estaba allí en la cárcel cuando un hombre se le presentó.
-Tati… has buscado el poder por mucho tiempo… pero… de verdad lo quieres…
La voz parecía venir del inframundo, aunque no lograba ver al que le hablaba.
-¡Quiero el poder! ¡Dámelo!
-Es tuyo.
Tati despertó. Se sintió renovado. Con fuerzas suficientes como para llevarse el mundo por delante. Se acercó a la reja y de una patada la voló en pedazos. La alarma sonó y él, rápido como la centella, fue matando uno a uno a los guardias. Los disparos se escucharon en el recinto pero solo era la sinfonía de lo siniestro.
Tati salió a la calle vestido de policía, tomó uno de sus autos y se fue de aquel lugar antes de que los refuerzos llegaran.
Y así pasó la primera noche de soledad.
Pamela disfrutaba de un paseo bajo la lluvia. Si había algo que le gustaba era la lluvia. Pronto llegó hasta una pizzería. Era casi de noche ya y estaba un poco húmeda, no chorreando agua pero si húmeda. La lluvia había amainado un poco, gracias a ello Gorosito no estaba empapada de pies a cabeza sino simplemente húmeda.
Observó que con aquella lluvia, mucha gente optaba por pedir las pizzas a domicilio, sin embargo ella estaba ahí, lista para disfrutar la vida.
-¿Pamela? -Ella se dio vuelta. Un hombre de estura normal y vestido con ambo y jeans es lo que sus ojos veían- ¡Gorosito!
-Hola… ¿Quién sos? Te veo cara conocida.
-Américo Díaz…
-¿Quién?
Américo rió. Él tampoco había sobresalido demasiado en la primaria al parecer.
-Soy un ex compañero tuyo de la primaria. El mejor amigo de Ghomikian, pero hace tiempo que no lo veo –Mintió él al ver la cara de horror de la chica.
-Sí, ahora te recuerdo, al que llamaban “Murdock”…
-Murdock… hace tiempo que nadie me llamaba así… Aunque nunca supe el por que del apodo.
Pamela rió.
-Yo tampoco. ¿Qué fue de tú vida Américo?
Américo se encogió de hombros.
-Nada en particular. Ahora soy médico clínico…
-Te gustaría comer algo conmigo ahora…
-¿Acá? ¿En ésta pizzería?
-Sí, ¿por que no?
-De acuerdo, creo que dispongo de unos minutos extras.
Américo se dijo que sería una excelente oportunidad para averiguar cosas de Ghomikian.
Se sentaron a una mesa en el exterior del local, debajo del toldo, y pidieron una pizza grande de jamón y queso acompañada de una botella de Coca cola.
Comieron y charlaron un rato largo. Américo llevaba a su victima a su encuesta.
-… en fin, nunca encontré a mi verdadero amor –decía ella- salí un tiempo con un tipo de una villa, Tati le decían, era como el hombre lobo: de día era buen tipo, educado y romántico; pero cuando se pasaba un poco con la dosis de alcohol se volvía violento, agresivo y hasta un poco loco. Aunque yo se que en el fondo el no quería eso. Él solo buscaba su felicidad mediante la agresividad.
-Una mala manera de buscar la felicidad si me preguntan…
-Sí…
-Pamela, ¿Puedo hacerte una pregunta?
-Sí, dos al precio de una –y tomó un sorbo de coca como para humedecer los labios, la atmosfera se había puesto pesada de golpe…
-¿Cuál es tu historia con Ghomikian?
Pamela al escuchar aquel apellido abrió los ojos de par en par.
-Yo… yo…
-Hablá Pamela…
-Está bien, no me presiones, es un viejo recuerdo, algo que paso de chicos… En aquel entonces yo estaba enamorada de él, casi hasta la locura… pero un día.
“Volvía a casa del colegio. Nuestras casas estaban cerca. Éramos vecinos por cuadras. Y entonces, él se me adelantó y me cruzó…”
-Necesito que hablemos…
-¿Qué pasa Ghomikian? No me asustes por favor.
-Asústate, téneme miedo… No te enamores de mí, si lo haces te voy a odiar de por vida, aléjate de mí… Los monstruos no podemos amar.
“Me dejó ahí. Temblando bajo el frío de Mayo, justo el día de mi cumpleaños. Pensé que iba a ser un buen cumpleaños pero me había equivocado. Lloré y juré no hablarle nunca más.”
El silencio se hizo en la pizzería. Solo se escuchaba el sonido de la lluvia cayendo sobre la lona de plástico que cubría el espacio entre el local y la calle.
-Bueno, tengo que irme, ya es tarde –Dijo Pamela- Un placer haberte visto de nuevo… y gracias… ahora me siento mejor.
Américo se quedó en silencio. Estaba maquinando a cien. Su descubrimiento explicaba algunas facetas del comportamiento de Ghomikian.
-Muy interesante -levantó la vista del suelo- Gracias Gorosito –Una sonrisa se dibujo en su rostro.
La prisión del Palomar es un lugar terrorífico. Ni siquiera el juez más atrevido desea meterse en aquel lugar a investigar.
Tati, el ex novio de Gorosito, se encuentra allí encerrado. En estos pocos días que ha estado ahí lo han golpeado hasta quebrarlo. Pero, para su suerte, hoy no se han molestado en hacerle daño. Quizás se aburrieron de él.
Pronto Tati se durmió y en sueños empezó la pesadilla. Estaba allí en la cárcel cuando un hombre se le presentó.
-Tati… has buscado el poder por mucho tiempo… pero… de verdad lo quieres…
La voz parecía venir del inframundo, aunque no lograba ver al que le hablaba.
-¡Quiero el poder! ¡Dámelo!
-Es tuyo.
Tati despertó. Se sintió renovado. Con fuerzas suficientes como para llevarse el mundo por delante. Se acercó a la reja y de una patada la voló en pedazos. La alarma sonó y él, rápido como la centella, fue matando uno a uno a los guardias. Los disparos se escucharon en el recinto pero solo era la sinfonía de lo siniestro.
Tati salió a la calle vestido de policía, tomó uno de sus autos y se fue de aquel lugar antes de que los refuerzos llegaran.
Y así pasó la primera noche de soledad.
Raziel Saehara