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Noche de soledad mejorado parte 2 (I)
#1
Lo prometido es deuda. Hoy, viernes 22 de septiembre del 2011 es el día señalado como "La segunda noche". En este episodio se verá la primera muerte y un mensaje... "Por más que perdieses la memoria no puedes olvidar a todos, especialmente a mí"
Acá está.


Capítulo II: La primera muerte.

Era la mañana del tres de febrero del año dos mil once. Ariel Castro había tenido un sueño horrible. No lo recordaba. Pero era seguro que este no le gustaba. Era raro que él soñara algo feo –Probablemente muertes o accidentes- nunca se cumplían.
Aún no había sonado el despertador. Igualmente se levantó y fue a ver a sus hijos. Dormían como ángeles. Cuando volvía a la cama para despertar a su esposa, algo cayó de su lado de la cama. Lo levantó y lo miró.
-¿Qué hace esto acá?
Era una foto de todos los alumnos del colegio. Allí estaban, todos ellos, Damián, Roberto, Andrea e inclusive Pamela, la suertuda que se había ganado la lotería.
-Amor, ey, despertate… -La mujer abrió los ojos-… ¿Qué hacía esto debajo de la almohada?
-¿Ah? Eso… -Bostezó-… estaba en el suelo anoche, así que supuse que era tuyo.
-Sí, es mío, es una etapa de mi vida que quiero olvidar. ¿De donde habrá salido?
-¿Querés que la queme?
-No, dejala, a veces me viene bien recordar quien soy…
Hacia casi tres años, después de tener a su primer hijo, él tuvo un accidente mientras andaba en su moto. La moto quedó irreconocible. El camión que lo chocó la partió al medio y él salió despedido casi diez metros. Su cabeza fue a dar contra el cordón de la vereda del lado contrario de la calle. No se murió de casualidad. Pero pagó caro su inconciencia. Cuando despertó en el hospital y vio a su esposa, no la reconoció. Había sufrido de amnesia. En estos dos años y medio ha tratado de reconstruir su vida. Al principio, después del accidente, no reconocía a nadie. Lentamente, y con apoyo psicológico, fue recuperando su memoria. Pero aquella foto… recordaba a todos sus compañeros, exceptuando a uno. Este era gordito y cachetón.
Igualmente no era algo que le preocupara demasiado. Su memoria aún no había vuelto del todo.
Él trabajaba en una empresa que hacía papas fritas, chizitos e inclusive maní de copetín. Según su esposa, él trabajaba ahí cuando se conocieron.
Se fue al trabajo mientras su esposa llevaba al niño, dormido, al jardín maternal y ella también se fue a trabajar.

Eran ahora las dos y media de la tarde. Ariel había pasado a buscar a su hijo al jardín maternal y lo llevaba a la casa de un hermano de su esposa. Llevaba en una bolsa Alcohol etílico, de ese que se usa en sanaciones y cirugías, y cigarrillos. Desde aquel incidente con la moto, había agarrado la costumbre de fumar cigarrillos rubios. En aquel momento venía fumando. De repente, sintió que su coche se aceleraba, quiso frenar apretando el pedal con todas sus fuerzas pero este no respondía. ¡El coche no le respondía! Quiso saltar del auto en marcha pero las puertas se trabaron solas.
-¡¿Qué demonios está pasando?!
-¡¡¡Papá!!! –Gritaba el niño asustado- ¡¡¡Papá!!!
En ese momento sintió un escalofrío, había alguien allí en ese auto que no correspondía. Una especie de sombra. El cuerpo era como la bruma más espesa que nadie jamás haya visto. No tenía rostro. Ariel, aún gritando de miedo, sintió el terror en su piel.
-¡¿Quién eres?!
La sombra no habló, solo tomó el alcohol y lo rocío por todo el coche.
-¿Qué haces?
-¡Hago lo que se me ha ordenado! ¡Tú y tú hijo morirán aquí!
Sin previo aviso, el cigarrillo en la mano de Ariel voló de su mano y cayó al piso donde había alcohol, como en el resto del coche y en sus ocupantes. Pronto, el fuego se apoderó del auto y perdió el control del mismo.

Eran las dos y media de la tarde. Américo y Mauricio estaban degustando una pizza en el bar donde habían quedado por teléfono. Estaban sentados junto a la vidriera, en la vereda. Podrían haberla degustado en el local de Mauricio, pero sus chicos estaban ocupados atendiendo a la gente que llegaba. Así fue que, en vez del café caliente, recordemos que hacía calor. Decidieron comer algo.
-Contáme Amé, ¿Cómo es que ahora sos el “Doctor” Díaz?
-Estudiando mucho…
Ambos rieron ante el comentario.
-No, que sé yo… si uno se esfuerza puede obtener lo que sea en este mundo –Dijo el doctor tomando una porción de pizza- ¿Y vos como hiciste para obtener ese imperio? –Acotó señalando la pizzería de la cual Ghomikian era dueño.
-Es una historia larga… Después de graduarme en la primaria mi voz cambio, ya no me trababa y no arrastraba la R. Allí tuve muchos compañeros que en lugar de “gastarme” me ayudaron, especialmente uno, él se llama “Enrique Martín Alvarenga”
Américo sintió una ola de pánico con solo escuchar su nombre. Y en ese momento el teléfono de Ghomikian sonó. Él lo sacó y atendió.
-Hola Enrique… ¿Me escuchás?
-Sí, con algo de interferencia…
-Salí de ese bar ahora mismo.
Mauricio miró para todos lados y vio para su asombro que un coche en llamas se dirigía donde ellos.
-¡Por Dios! ¡Corré Américo!
Américo, entre la sorpresa y el asombro, decidió que era mejor hacerle caso.
El coche en llamas entró en el negocio con mesas y bancos incluidos. Un cliente que en ese momento tomaba un café adentro del local fue atropellado sin piedad por el vehículo.
Américo fue en busca del extintor de llamas y lo accionó. Sin embargo, las flamas eran muy fuertes.
-¡Salí de ahí Américo! –Le gritaba Mauricio una y otra vez- ¡Esto va a explotar!
-¡Hay un chico quemándose en el interior! –Mauricio lo tomó del hombro y lo alejó justo a tiempo, el fuego llegó al tanque de combustible volando el auto en mil pedazos.
Américo comenzó a llorar, y Mauricio lo contuvo.
-No podemos hacer nada… -Ghomikian simulaba estar triste, pero sabía que en ese coche estaba uno de sus ex compañeros de primaria. No sabía como era que Enrique lo hacía, pero lo lograba- todo pasa por alguna razón.





Raziel Saehara
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Noche de soledad mejorado parte 2 (I) - por Raziel_Saehara - 23-09-2011, 11:44