Esta es una novela que escribí hace algún tiempo, aclaro que no tiene NADA que ver con evangelion, estoy haciéndole las correcciones pertinentes. La voy a sacar los viernes cuando no llegue a publicar "Noche de soledad", a todos mis disculpas con respecto a esto, pero estoy saturado en serio con el laburo. Desde ya muchas gracias y opinen.
Tesis de un ángel cruel.
Primera tesis.
Decepción
Han pasado ya algunos años de aquel incidente. La memoria nos obliga a recordar. Cada instante feliz que pasamos con aquellas personas que amamos. Familia, amigos y otras personas que ocupan un lugar en nuestra memoria. Todas ellas son importantes. Algunas más, otras menos, pero todas tocan nuestro corazón de una forma sensible.
Nos cuentan cosas que nosotros atesoramos. Secretos, noviazgos, decepciones, alegrías en fin.
Recuerdo como comenzó todo Fue aquel fallido 25 de octubre del año 2003. Un sábado como cualquier otro. Mi amigo Matías Bencini y yo, Benjamín Ortega, habíamos quedado por Internet con dos chicas. A la cual una ya era mi novia.
-Benja, no van a venir, capaz que te vieron y se asustaron semejante Coso que sos Este era mi amigo, siempre tan animado él.
-Hay que tener un poco de fe, yo le dije que no éramos ningún Brad Pitt.
Estábamos en el Shopping del Abasto. Antiguamente este lugar era un gran mercado de frutas y cosas por el estilo. La verdad, eso era cuando yo aún no había nacido. Tampoco me importaba demasiado. Seguro que si busco información por Internet encuentro pero ni ganas da.
-Vamos a llamarla a la casa, seguro que ahí saben algo Propuse yo, a lo que Matías aceptó.
En el lugar había unas cabinas telefónicas con Internet por si alguien quería chatear.
Llamo
-Hola, ¿está Graciela?
-Salió, ¿Quién le digo que la llamó?
-Un amigo que la esperaba en el Abasto ¿A que hora salió más o menos?
-Como al mediodía.
-Muchas gracias y disculpe la molestia.
Miré a mi amigo algo desilusionado.
-No está, salió. Seguro que viene para acá. Salió al mediodía de la casa.
-Negro ¡Son las cuatro de la tarde! ¡No va a venir!
-Pero
-Hagamos una cosa Dijo él mientras yo le pagaba al administrador del locutorio- volvamos al hall de entrada, si no están nos vamos, ¿De acuerdo?
Yo suspiré. No quería abandonar las esperanzas. Volvimos al hall y no estaban allí. No había nada más que hacer. Matías tenía razón, no iban a venir.
Mientras volvíamos en el subterráneo pensaba las veces que fracasé en mi vida amorosa. Tenía dieciocho años y aún no había debutado sexualmente, al igual que mi amigo, mientras que la mayoría de mis compañeros de colegio ya lo habían hecho.
Veníamos los dos mirando el suelo del subte. La decepción que nos habíamos llevado era mayor que toda la monotonía impuesta por la vida. Nosotros de verdad íbamos ilusionados. No nos dirigimos la palabra en todo el viaje. Subimos al tren luego de bajar del subterráneo- sin siquiera mirarnos.
Me despedí de Matías desganado. No tenía ni ganas de ver a mi familia. Pero cuando llegué me llevé una sorpresa.
Mi mamá, Adriana, me sorprendió.
-Benjamín, te llamó por teléfono una chica. Una tal Graciela.
Mi corazón dañado volvió a latir. ¡¿Por qué no llamé a casa antes de llamar a la casa de ella?!
-¿Qué dijo?
-Dijo que la disculparas pero no podía ir al Abasto por que tenía que hacer una tarea en la casa de una amiga.
¡Estupido! ¡Re-Estupido! ¡¿Por qué no se me ocurrió antes?!
Estaba enojado, furioso, tenía ganas de pegarme la cabeza contra la pared. Lo bueno, mi sentimiento de autosuficiencia volvió.
Tomé mi bicicleta y corrí al cibercafé Kuato donde trabajaba Matías.
Dejé mi bicicleta allí en la entrada y entré corriendo. Matías estaba en una de las maquinas haciendo mantenimiento.
-Mati, me llamó Bah, no a mí la llamó a mi vieja
-¿Posta? ¿Qué pasó?
-Llamó después de que salimos para allá avisando que no podía ir.
Matías se quedó pensando un momento y acto seguido me pegó un zape en la cabeza.
-¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¿Qué haces loco?
-Sos un salame, andá a tú casa y llamála.
Como si fuera un perrito que le ordenan ir a la cucha, tomé mi bicicleta y volví a casa. Tenía que llamarla.
-Má, voy a usar el teléfono
-Bueno, apúrate que en un ratito pongo los fideos
Tomé el teléfono y llamé.
-Hola, ¿Esta Graciela?
-Sí, está. Ahora te paso. Una pregunta, ¿Sos el novio?
-Algo así... Se escuchó una pelea con Graciela y atendió ella- Hola.
-Hola amor, escúchame, ¿Qué pasó que me dejaste plantado?
-Yo no te dejé plantado, te llamé a las once de la mañana y ya te habías ido ¡Nos teníamos que encontrar a las dos de la tarde!
Por supuesto, ella tenía razón. Me fui temprano por que me gusta disfrutar del viaje. Es algo que me fascina desde que era chico.
Seguimos hablando un rato más hasta que me dice que la amiga se enfermó y otra no tenía. Así que quedé para ir solo el sábado primero de noviembre de ese año.
Tesis de un ángel cruel.
Primera tesis.
Decepción
Han pasado ya algunos años de aquel incidente. La memoria nos obliga a recordar. Cada instante feliz que pasamos con aquellas personas que amamos. Familia, amigos y otras personas que ocupan un lugar en nuestra memoria. Todas ellas son importantes. Algunas más, otras menos, pero todas tocan nuestro corazón de una forma sensible.
Nos cuentan cosas que nosotros atesoramos. Secretos, noviazgos, decepciones, alegrías en fin.
Recuerdo como comenzó todo Fue aquel fallido 25 de octubre del año 2003. Un sábado como cualquier otro. Mi amigo Matías Bencini y yo, Benjamín Ortega, habíamos quedado por Internet con dos chicas. A la cual una ya era mi novia.
-Benja, no van a venir, capaz que te vieron y se asustaron semejante Coso que sos Este era mi amigo, siempre tan animado él.
-Hay que tener un poco de fe, yo le dije que no éramos ningún Brad Pitt.
Estábamos en el Shopping del Abasto. Antiguamente este lugar era un gran mercado de frutas y cosas por el estilo. La verdad, eso era cuando yo aún no había nacido. Tampoco me importaba demasiado. Seguro que si busco información por Internet encuentro pero ni ganas da.
-Vamos a llamarla a la casa, seguro que ahí saben algo Propuse yo, a lo que Matías aceptó.
En el lugar había unas cabinas telefónicas con Internet por si alguien quería chatear.
Llamo
-Hola, ¿está Graciela?
-Salió, ¿Quién le digo que la llamó?
-Un amigo que la esperaba en el Abasto ¿A que hora salió más o menos?
-Como al mediodía.
-Muchas gracias y disculpe la molestia.
Miré a mi amigo algo desilusionado.
-No está, salió. Seguro que viene para acá. Salió al mediodía de la casa.
-Negro ¡Son las cuatro de la tarde! ¡No va a venir!
-Pero
-Hagamos una cosa Dijo él mientras yo le pagaba al administrador del locutorio- volvamos al hall de entrada, si no están nos vamos, ¿De acuerdo?
Yo suspiré. No quería abandonar las esperanzas. Volvimos al hall y no estaban allí. No había nada más que hacer. Matías tenía razón, no iban a venir.
Mientras volvíamos en el subterráneo pensaba las veces que fracasé en mi vida amorosa. Tenía dieciocho años y aún no había debutado sexualmente, al igual que mi amigo, mientras que la mayoría de mis compañeros de colegio ya lo habían hecho.
Veníamos los dos mirando el suelo del subte. La decepción que nos habíamos llevado era mayor que toda la monotonía impuesta por la vida. Nosotros de verdad íbamos ilusionados. No nos dirigimos la palabra en todo el viaje. Subimos al tren luego de bajar del subterráneo- sin siquiera mirarnos.
Me despedí de Matías desganado. No tenía ni ganas de ver a mi familia. Pero cuando llegué me llevé una sorpresa.
Mi mamá, Adriana, me sorprendió.
-Benjamín, te llamó por teléfono una chica. Una tal Graciela.
Mi corazón dañado volvió a latir. ¡¿Por qué no llamé a casa antes de llamar a la casa de ella?!
-¿Qué dijo?
-Dijo que la disculparas pero no podía ir al Abasto por que tenía que hacer una tarea en la casa de una amiga.
¡Estupido! ¡Re-Estupido! ¡¿Por qué no se me ocurrió antes?!
Estaba enojado, furioso, tenía ganas de pegarme la cabeza contra la pared. Lo bueno, mi sentimiento de autosuficiencia volvió.
Tomé mi bicicleta y corrí al cibercafé Kuato donde trabajaba Matías.
Dejé mi bicicleta allí en la entrada y entré corriendo. Matías estaba en una de las maquinas haciendo mantenimiento.
-Mati, me llamó Bah, no a mí la llamó a mi vieja
-¿Posta? ¿Qué pasó?
-Llamó después de que salimos para allá avisando que no podía ir.
Matías se quedó pensando un momento y acto seguido me pegó un zape en la cabeza.
-¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¿Qué haces loco?
-Sos un salame, andá a tú casa y llamála.
Como si fuera un perrito que le ordenan ir a la cucha, tomé mi bicicleta y volví a casa. Tenía que llamarla.
-Má, voy a usar el teléfono
-Bueno, apúrate que en un ratito pongo los fideos
Tomé el teléfono y llamé.
-Hola, ¿Esta Graciela?
-Sí, está. Ahora te paso. Una pregunta, ¿Sos el novio?
-Algo así... Se escuchó una pelea con Graciela y atendió ella- Hola.
-Hola amor, escúchame, ¿Qué pasó que me dejaste plantado?
-Yo no te dejé plantado, te llamé a las once de la mañana y ya te habías ido ¡Nos teníamos que encontrar a las dos de la tarde!
Por supuesto, ella tenía razón. Me fui temprano por que me gusta disfrutar del viaje. Es algo que me fascina desde que era chico.
Seguimos hablando un rato más hasta que me dice que la amiga se enfermó y otra no tenía. Así que quedé para ir solo el sábado primero de noviembre de ese año.
Raziel Saehara