02-03-2012, 20:55
Siguiéndote hasta la muerte. (Continuación de Tesis de un ángel cruel)
Capitulo I: La vida después de la vida.
La noche fría y desalentadora lo ocupaba todo. Su corazón oscuro y frío sin una gota de sentimientos se destrozaba. Ella lo dejaba a él.
La desesperación y la desazón se apoderaban de él. ¿Qué podía hacer? No la quería perder.
La tomó del cuello y la miró a los ojos. Ella sufría. Le dolía como le dolía su corazón. ¿Quién se creía que era aquella estúpida? ¿Acaso pensaba que no podía vivir sin ella?
Nadie es imprescindible. ¡Sufre! ¡Muere!
Benjamín se despertó del sueño transpirado y llorando.
-¿una Lagrima?
Todas las noches era lo mismo. La pesadilla comenzaba desde el momento en que lo internaban en esa colonia: Open Doors. Nada era de su agrado en ese lugar.
Hacia tan solo un mes se le había detectado esquizofrenia paranoica. Él poseía doble personalidad. Gatasbael, así llamada por el entorno familiar, era una; La otra era Benjamín a secas.
Mientras que Benjamín era tranquilo, su alter ego no lo era. Odiaba a todos. A sus amigos y enemigos por igual. Pero, en el momento que necesito que su alter ego lo ayudara, solo se fue. Desapareció.
Hacía un mes que estaba tomando una serie de pastillas. Halopidol, un antipsicótico muy eficiente; Carbamazepina, un anticonvulsivo; Fluoxetina y Sertralina, dos antidepresivos; y por último Prometazina, o también llamado Fenergan, para dormir. Todo eso era su cóctel.
Su madre Adriana se levantó y vio a su hijo despierto y llorando. Lo único que repetía era ¿Cuándo me la van a devolver? mientras las lágrimas le resbalaban de su rostro.
Adriana no sabía a quien recurrir. No podía dejar de administrarle la medición, de eso dependía el tratamiento farmacológico, pero lo veía tan deprimido. Una parte de ella quería recuperar a Benjamín tal cual era: Alegre, vivaz y con una chispa de inteligencia y buen humor que lo hacía especial ¡Único!
-¡Quiero hablar con ella! Repetía una y otra vez entre llantos- ¡Quiero pedirle perdón!
-No podés hijo -Y con un abrazo benjamín se largo a llorar en brazos de su madre.
No iba a decirle nada de sus pesadillas, tal vez con el tiempo remitieran o se detuvieran.
La doctora Margarita Stoesser era su psiquiatra. Una señora mayor y rechoncha que no prestaba atención a las palabras de Adriana y Benjamín. Lo único que le interesaba era mantener tranquilo a este último.
El día del ingreso a la colonia de Open Doors en Luján, benjamín había mostrado su peor rostro: había utilizado a Gatasbael en un último esfuerzo. Primero fue un enfermero. Trato de inyectarle algo. Gatasbael le voló los dientes. No sabía de donde habían salido pero de pronto estaba peleando con diez enfermeros. Todos expertos en lucha. Incluso Karatekas. A uno le quebró los brazos. A otros tres las costillas. Hasta que uno al que creía noqueado se paró de repente y lo sujeto con los brazos, mientras otro le inyectaba una jeringa verde llena de Halopidol.
Instantáneamente tuvo la impresión de que su alter ego se combinaba con su propio cuerpo. Cayó al suelo mientras escuchaba las ambulancias llegar. Pero no eran para él, eran para los enfermeros. En un último suspiro vio que lo tomaban de un brazo y lo sacaban al frío pasillo. ¿No podía hacer nada? Ya estaba ¿No? ¿Que más podía hacer?
La pesadilla contaba todo eso. Y lo revivía todas las noches. Ahora se agregaba la escena del momento en que nació Gatasbael. El momento cúspide en que su mente falló a favor de la locura.
Todo era silencio y muerte. Deseaba matar Destruir Amasijar. Odiaba a los médicos. ¿Y sus amigos? ¿Dónde estaban? Todos aquellos que estaban a su lado cuando era Gatasbael ¿Sé fueron? ¿Por qué lo dejaron? Solo uno quedó. Su amigo Matías, el leal. Lo visitaba continuamente junto a su novia, aquella que le había presentado Graciela su ex. Mirar a Matías progresar en su relación con Jenny lo ponía mal. Aunque todavía flotaban en el aire sus palabras proféticas. Un tiempo atrás, mientras tomaban unos mates con la mamá de Matías a Benjamín le vino la idea de que le leyera el tarot Y en ese momento Benjamín vio el destino, lo que le esperaba a su amigo, y bajo un pequeño trance le dijo: No la traigas a vivir con vos, háceme caso, te va a traer muchos problemas. La advertencia estaba hecha. Solo había que esperar.
En tan solo unos meses la relación entre Jenny y Matías había prosperado mucho. Se veían a escondidas de su padre, el de Jenny, ya que trabajaba de noche en un supermercado de Palermo. Era en ese momento, cuando Roberto, el padre de Jenny, se iba a trabajar que Matías entraba a la casa y se quedaba ahí a dormir y otras cosas.
Navidad llegó de forma abrasadora y destructiva. La familia, o lo que quedaba de ella, se preparaba para festejar. Las lagrimas brotaban del rostro de Benjamín. Un día antes se había enterado de que Jenny se había venido a vivir con Matías. Por un momento Benjamín pensó que todo lo que había profetizado no se iba a cumplir. De hecho un poco después de navidad su amigo Matías apareció por su casa.
-¿Qué haces Loco? Saludó Matías- Te tengo novedades -decía mientras acariciaba la panza de Jenny.
-¿Estas embarazada Jenny?
-Sí, de tres meses.
Sacando cuentas Benjamín se dio cuenta que estaba embarazada desde antes que él cayera internado.
-Me alegro por ustedes Dijo Benjamín con pseudo-alegría. Era verdad, se alegraba por ellos, pero por otro lado temía a la profecía. Había muerte y destrucción en su futuro, de eso estaba seguro.
Vale aclarar que Graciela, la ex de Benjamín, estuvo internada también en un psiquiátrico. El plan había fallado. Nada había salido como Gatasbael quería.
Esa noche Benjamín tuvo un sueño.
Estaba caminando en el sueño por la calle dirigiéndose sin dudarlo a la casa de Graciela. Llevaba una Katana espada japonesa- en su cintura. No había nadie en la calle. De pronto la bruma cubrió la calle y de las sombras salió su alter ego vestido como él.
-¿A dónde vas? Preguntó Gatasbael.
-Quiero ver a mi novia
-No puedo permitirlo. Vos fallaste, ahora es mi turno.
-¿Qué planeas hacer Gatasbael? dijo él empuñando la Katana.
-Lo que vos no te animaste a hacer. Acaso lo olvidaste Todo lo que hicieron ellos Te la sacaron a la fuerza. Es hora de mi venganza.
En un segundo Gatasbael y Benjamín pelearon Pero su alter ego prevaleció. Cortó de cuajo la cabeza y se dirigió a la casa de su ex.
Entró saltando la pared al jardín. Tocó timbre y asesinando a su ex suegro penetró en la estancia. Rápidamente después de su ex suegro siguió su ex suegra a la cual le cortó la cabeza. Entró a la casa y se dirigió a la pieza de su ex cuñada la cual estaba teniendo relaciones lujuriosamente con un hombre. Gatasbael atravesó al hombre por la espalda y perforó el corazón de su ex que estaba debajo del hombre.
Con una sonrisa macabra sacó la espada del cuerpo de los amantes y se dirigió al cuarto de Graciela, abrió la puerta y la vio. Estaba llorando. Lo extrañaba. Pero ya era tarde. Debía morir. Y sacando su espada perforó la espalda de su novia que lo abrazaba.
Benjamín despertó asustado. Debía saber si su ex aún estaba viva. ¿Eso fue real o un simple mensaje de su subconsciente. Solo le cabía esperar
Capitulo I: La vida después de la vida.
La noche fría y desalentadora lo ocupaba todo. Su corazón oscuro y frío sin una gota de sentimientos se destrozaba. Ella lo dejaba a él.
La desesperación y la desazón se apoderaban de él. ¿Qué podía hacer? No la quería perder.
La tomó del cuello y la miró a los ojos. Ella sufría. Le dolía como le dolía su corazón. ¿Quién se creía que era aquella estúpida? ¿Acaso pensaba que no podía vivir sin ella?
Nadie es imprescindible. ¡Sufre! ¡Muere!
Benjamín se despertó del sueño transpirado y llorando.
-¿una Lagrima?
Todas las noches era lo mismo. La pesadilla comenzaba desde el momento en que lo internaban en esa colonia: Open Doors. Nada era de su agrado en ese lugar.
Hacia tan solo un mes se le había detectado esquizofrenia paranoica. Él poseía doble personalidad. Gatasbael, así llamada por el entorno familiar, era una; La otra era Benjamín a secas.
Mientras que Benjamín era tranquilo, su alter ego no lo era. Odiaba a todos. A sus amigos y enemigos por igual. Pero, en el momento que necesito que su alter ego lo ayudara, solo se fue. Desapareció.
Hacía un mes que estaba tomando una serie de pastillas. Halopidol, un antipsicótico muy eficiente; Carbamazepina, un anticonvulsivo; Fluoxetina y Sertralina, dos antidepresivos; y por último Prometazina, o también llamado Fenergan, para dormir. Todo eso era su cóctel.
Su madre Adriana se levantó y vio a su hijo despierto y llorando. Lo único que repetía era ¿Cuándo me la van a devolver? mientras las lágrimas le resbalaban de su rostro.
Adriana no sabía a quien recurrir. No podía dejar de administrarle la medición, de eso dependía el tratamiento farmacológico, pero lo veía tan deprimido. Una parte de ella quería recuperar a Benjamín tal cual era: Alegre, vivaz y con una chispa de inteligencia y buen humor que lo hacía especial ¡Único!
-¡Quiero hablar con ella! Repetía una y otra vez entre llantos- ¡Quiero pedirle perdón!
-No podés hijo -Y con un abrazo benjamín se largo a llorar en brazos de su madre.
No iba a decirle nada de sus pesadillas, tal vez con el tiempo remitieran o se detuvieran.
La doctora Margarita Stoesser era su psiquiatra. Una señora mayor y rechoncha que no prestaba atención a las palabras de Adriana y Benjamín. Lo único que le interesaba era mantener tranquilo a este último.
El día del ingreso a la colonia de Open Doors en Luján, benjamín había mostrado su peor rostro: había utilizado a Gatasbael en un último esfuerzo. Primero fue un enfermero. Trato de inyectarle algo. Gatasbael le voló los dientes. No sabía de donde habían salido pero de pronto estaba peleando con diez enfermeros. Todos expertos en lucha. Incluso Karatekas. A uno le quebró los brazos. A otros tres las costillas. Hasta que uno al que creía noqueado se paró de repente y lo sujeto con los brazos, mientras otro le inyectaba una jeringa verde llena de Halopidol.
Instantáneamente tuvo la impresión de que su alter ego se combinaba con su propio cuerpo. Cayó al suelo mientras escuchaba las ambulancias llegar. Pero no eran para él, eran para los enfermeros. En un último suspiro vio que lo tomaban de un brazo y lo sacaban al frío pasillo. ¿No podía hacer nada? Ya estaba ¿No? ¿Que más podía hacer?
La pesadilla contaba todo eso. Y lo revivía todas las noches. Ahora se agregaba la escena del momento en que nació Gatasbael. El momento cúspide en que su mente falló a favor de la locura.
Todo era silencio y muerte. Deseaba matar Destruir Amasijar. Odiaba a los médicos. ¿Y sus amigos? ¿Dónde estaban? Todos aquellos que estaban a su lado cuando era Gatasbael ¿Sé fueron? ¿Por qué lo dejaron? Solo uno quedó. Su amigo Matías, el leal. Lo visitaba continuamente junto a su novia, aquella que le había presentado Graciela su ex. Mirar a Matías progresar en su relación con Jenny lo ponía mal. Aunque todavía flotaban en el aire sus palabras proféticas. Un tiempo atrás, mientras tomaban unos mates con la mamá de Matías a Benjamín le vino la idea de que le leyera el tarot Y en ese momento Benjamín vio el destino, lo que le esperaba a su amigo, y bajo un pequeño trance le dijo: No la traigas a vivir con vos, háceme caso, te va a traer muchos problemas. La advertencia estaba hecha. Solo había que esperar.
En tan solo unos meses la relación entre Jenny y Matías había prosperado mucho. Se veían a escondidas de su padre, el de Jenny, ya que trabajaba de noche en un supermercado de Palermo. Era en ese momento, cuando Roberto, el padre de Jenny, se iba a trabajar que Matías entraba a la casa y se quedaba ahí a dormir y otras cosas.
Navidad llegó de forma abrasadora y destructiva. La familia, o lo que quedaba de ella, se preparaba para festejar. Las lagrimas brotaban del rostro de Benjamín. Un día antes se había enterado de que Jenny se había venido a vivir con Matías. Por un momento Benjamín pensó que todo lo que había profetizado no se iba a cumplir. De hecho un poco después de navidad su amigo Matías apareció por su casa.
-¿Qué haces Loco? Saludó Matías- Te tengo novedades -decía mientras acariciaba la panza de Jenny.
-¿Estas embarazada Jenny?
-Sí, de tres meses.
Sacando cuentas Benjamín se dio cuenta que estaba embarazada desde antes que él cayera internado.
-Me alegro por ustedes Dijo Benjamín con pseudo-alegría. Era verdad, se alegraba por ellos, pero por otro lado temía a la profecía. Había muerte y destrucción en su futuro, de eso estaba seguro.
Vale aclarar que Graciela, la ex de Benjamín, estuvo internada también en un psiquiátrico. El plan había fallado. Nada había salido como Gatasbael quería.
Esa noche Benjamín tuvo un sueño.
Estaba caminando en el sueño por la calle dirigiéndose sin dudarlo a la casa de Graciela. Llevaba una Katana espada japonesa- en su cintura. No había nadie en la calle. De pronto la bruma cubrió la calle y de las sombras salió su alter ego vestido como él.
-¿A dónde vas? Preguntó Gatasbael.
-Quiero ver a mi novia
-No puedo permitirlo. Vos fallaste, ahora es mi turno.
-¿Qué planeas hacer Gatasbael? dijo él empuñando la Katana.
-Lo que vos no te animaste a hacer. Acaso lo olvidaste Todo lo que hicieron ellos Te la sacaron a la fuerza. Es hora de mi venganza.
En un segundo Gatasbael y Benjamín pelearon Pero su alter ego prevaleció. Cortó de cuajo la cabeza y se dirigió a la casa de su ex.
Entró saltando la pared al jardín. Tocó timbre y asesinando a su ex suegro penetró en la estancia. Rápidamente después de su ex suegro siguió su ex suegra a la cual le cortó la cabeza. Entró a la casa y se dirigió a la pieza de su ex cuñada la cual estaba teniendo relaciones lujuriosamente con un hombre. Gatasbael atravesó al hombre por la espalda y perforó el corazón de su ex que estaba debajo del hombre.
Con una sonrisa macabra sacó la espada del cuerpo de los amantes y se dirigió al cuarto de Graciela, abrió la puerta y la vio. Estaba llorando. Lo extrañaba. Pero ya era tarde. Debía morir. Y sacando su espada perforó la espalda de su novia que lo abrazaba.
Benjamín despertó asustado. Debía saber si su ex aún estaba viva. ¿Eso fue real o un simple mensaje de su subconsciente. Solo le cabía esperar
Raziel Saehara