06-03-2012, 00:47
Esta es una de esas joyas que uno encuentra y dice: "ahora veo que somos animalitos...".
Traduzco el texto entero, recomiendo leerlo. Tiro un TL;DR, pero la posta es el texto.
Traduzco el texto entero, recomiendo leerlo. Tiro un TL;DR, pero la posta es el texto.
Cosa de monos escribió:Adam Smith, el fundador de la economía clásica, estaba seguro que la cualidad humana del intercambio monetario era propio de la humanidad y de nadie más. "Nadie jamás vio a un perro hacer un intercambio justo y deliberado de un hueso por otro con otro perro," escribió. "Nadio jamás vio un animal por sus gestos o sus gritos implicar a otro, esto es mio, eso es tuyo; Yo estoy dispuesto a darte esto por aquello." Pero en un limpio y espacioso laboratorio en el Hospital de Yale-New Haven, siete monos capuchinos han sido entrenados para usar dinero, y una comparación entre el comportamiento de el mono capuchino y el comportamiento humano puede tanto sorprenderte mucho o simplemente no hacerlo para nada, dependiendo tu vista de la humanidad.
El capuchino es un mono del Nuevo Mundo, marrón y lindo, del tamaño de un bebé de un año raquítico más una cola larga. "El capuchino tiene un cerebro pequeño, y está bastante enfocado en comida y sexo," dice Keith Chen, un economista de Yale quien, junto con Laurie Santos, una psicóloga, están explotando estos deseos naturales -- bueno, al menos el deseo por la comida -- para enseñarles a los capuchinos a comprar uvas, manzanas y Jell-O. "Uno debería pensar al capuchino como un estómago insaciable de quiero," dice Chen. "Puedes alimentarlos con malvaviscos todo el día, van a vomitar y después van a volver por más."
Cuando la mayoría de las personas piensa en economía, probablemente conjuran imagenes de diagramas de inflación o tasas de intercambio en vez de monos y malvaviscos. Pero la economía está siendo cada vez más reconocida como una ciencia cuyas herramientas estadísticas pueden ser puestas a trabajar en casi cualquier aspecto de la vida moderna. Eso es porque la economía es escencialmente un estudio de incentivos, y como la gente -- tal vez incluso los monos -- responden a esos incentivos. Un paneo rápido de la literatura actual revela que los mejores economistas están estudiando areas como la prostitución, rock 'n' roll, tarjetas de baseball y el sesgo mediático.
Chen orgullosamente se llama a sí mismo un economista conductista, un miembro de la creciente subtribu the aquellos investigadores que cruzan a la psicología, neurociencia y biología evolucionaria. Él empezó su trabajo con monos mientras estudiaba en Harvard, junto con Marc Hauser, un psicólogo. Los monos de Harvard eran monos tití de cabeza blanca, y los experimentos se concentraban en el altruismo. Dos monos enfrentados entre sí en jaulas adyacentes, cada una equipada con una palanca que liberaría un malvavisco en la jaula del otro mono. La única manera en que un mono obtendría un malvavisco era si el otro mono jalaba de la palanca. Por lo que tirar de la palanca era un cierto tipo de altruismo o al menos de cooperación estratégica.
Los monos titís eran bastante cooperativos pero aún mostraban una cantidad saludable de interés propio: tras repetidos encuentros con otros monos, el tití típico tiraba de la palanca un 40% de la veces. Entonces Hauser y Chen aumentaron el drama. Ellos condicionaron a un tití a siempre tirar de la palanca (creando así un buenudo altruista) y a otro a nunca jalar de la palanca (así creando un idiota egocéntrico). El buenudo y el idiota fueron entonces mandados a jugar el juego con el resto de los monos titís. El buenudo tiraba de la palanca de forma casual una y otra vez, siempre dejando un malvavisco en la jaula del otro mono. Inicialmente, los otros monos respondían de igual manera, jalando sus propias palancas en un 50% de las veces. Pero una vez que se dieron cuenta que el otro era simplemente un pusilánime (como un padre que le compra a sus hijos un juguete sin el reparo que se hayan portado bien o mal) el ratio de reciprocidad bajó a un 30% -- más bajo que la media original. El idiota egocéntrico, mientras tanto, era castigado aún más. Una vez que su reputación fue establecida, cuando era mandado al experimento, los otros titís se "volvían locos," recuerda Chen. "Tiraban sus eces a la pared, caminaban a un rincón y se sentaban en sus manos, en modo de protesta."
Chen es un hombre hyperverbal, bien vestido, de 29 años y con un pelo puntiagudo. Hijo de chinos inmigrantes, él ha tenido un crecimiento itinerante en el medio-oeste rural. Como un graduado de Stanford, él fue un Marxista defacto antes de ser seducido, bastante accidentalmente, por la economía. Él puede ser el único economistas haciendo esperimentos con monos, lo que o pone a él en una cierta ventaja con sus pares psicólogos (quienes están más interesados en el comportamiento en sí que en los incentivos que producen el comportamiento) tanto como con ciertos colegas economistas. "Me encantan las tasas de interés, y estoy dispuesto a hablar acerca de ese tipo de cosas todo el tiempo," dice, hablando de sus compañeros economistas. "Pero puedo decir que se muerden la lengua cuando les digo en lo que trabajo."
A veces es incierto, incluso para Chen mismo, exactamente en qué está trabajando. Cuando él y Santos, su psicóloga colaboradora, empezaron a enseñarles a los capuchinos de Yale como usar el dinero, él no tenía un marco de investigación que le importara. La idea escencial era darles a los monos un dolar y ver qué era lo que hacían con él. La monerad que Chen había impuesto era un disco de plata, de una pulgada de diametro, con un hoyo en el medio -- "como la moneda china," dice. Le llevó varios meses de repetición rudimentaria enseñarle a los monos que estas fichas tenían valor como medio de intercambio para darse un gusto y que sería más o menos similar en valor al día siguiente. Habiendo ganado ese entendimiento, un capuchino entonces sería presentado con 12 fichas en una charola y tendrían que decidir cuántos querría renunciar por, digamos, cubos de Jelly-O contra uvas. El primer paso perfmitió a cada capuchino revelar sus propias preferencias y tener una idea de presupuesto.
Entonces Chen introdujo shocks de precios y de dinero. Si, por ejemplo, el precio de las Jell-O cae (dos cubos en vez de uno por ficha), ¿un capuchino compraría más Jell-O y menos uvas? Los capuchinos reaccionarion racionalmente a este tipo de experimentos -- es decir, de la manera que la mayoría de los lectores de este artículo lo hubieran hecho. En jerga económica, los capuchinos se adirieron a las reglas de la maximización de la utilidad y la teoría de precios: cuando el precio de algo baja, la gente tiende a comprar más de ello.
Chen luego introdujo un conjunto de juegos de azar y se puso a determinar cuál preferían los monos. En el primer juego, al capuchino se le entregaba una uva y, dependiendo del gripo de la moneda, se quedaba con la fruta o se le daba una fruta más. El segundo juego, el capuchino empezaba con la uva de más y, una vez más dependiente del tiro de una moneda, podía quedarse con las dos uvas o con una sola. Estos dos juegos son, en realidad, la misma apuesta, con las mismas chances, pero una está encubierta como una potencial ganancia y la otra como una potencial pérdida.
¿Cómo reaccionaron los capuchinos? Ellos preferían por lejos tomar la apuesta de una potencial ganancia al de una potencial pérdida. Esto no es lo que un libro de economía hubiera predicho. Las leyes económicas dicen que estas dos apuestas, por representar sumas tan pequeñas, deberían tratarse de igual manera.
Entonces, ¿el experimento de apuestas de Chen simplemente revela limitaciones cognitivas the sus sujetos de mente pequeña? Tal vez no. En experimentos similares, sucede que los humanos tienden a hacer el mismo tipo de comportamiento irracional a una tasa casi igual. Documentar este fenómeno, conocido como aversión a la pérdida, es lo que ayudó al psicólogo Daniel Kahneman a ganar un Premio Nobel en economía. Los datos generados por los monos capuchinos, dice Chen, "los hacen estadísticamente indistinguibles de los inversores del mercado de acciones."
¿Pero los capuchinos realmente entienden el dinero? ¿O Chen está simplemente esplotando sus apetitos interminables para que hagan trucos divertidos?