07-06-2012, 18:58
Acá va otro de mis preferidos.. espero que les guste. Ja ne!
El asesinato
Había olvidado quien era, que hacía ahí. Un hombre estaba tirado en el suelo con una bala atravesando su cabeza de lado a lado. Vio sus manos y allí había un arma cuyo cañon aún estaba caliente.
Trato de recordar pero el shock era tan grande que no podía. Dejo la pistola sobre la mesa de luz y examinó el cuerpo: estaba muerto. En la distancia se escuchaba el tren, que al parecer pasaba justo detrás de esa casa. Pensó un momento y se dio cuenta de que él disparo lo habría hecho mientras pasaba el tren. El ruido habría opacado el ruido del disparo.
De repente sonó un celular en su bolsillo. La pantalla decía: Marcela llamando Dudó en atender. No sabía siquiera si el teléfono era suyo. Esperó que le dejara el mensaje y lo escuchó.
Si terminaste lo que tenías que hacer baja que te estoy esperando decía el mensaje en el contestador del celular.
Decidió limpiar la escena y hacerlo figurar como un suicidio. Bajo las escaleras y a mitad de ellas notó un bulto en su bolsillo: era su documento. Él se llamaba Oscar Orlando Brizuela, tenía treinta y dos años y vivía en esa misma casa junto a su hermano y su esposa. Lo recordó.
Hacía unos años su hermano se había casado con una mujer muy amable y linda. De a poco Oscar se sintió atraída por ella y ella por él. Juntos planearon el asesinato de su hermano su hermanito, lo que más quería en la vida, ¡¿Cómo pudo hacerlo?!
Terminó de bajar las escaleras y ella estaba ahí: Marcela, la culpable. Las lágrimas saltaron de su rostro de una manera suave e impertérrita.
-¡Adiós hermanito!
Se fue junto a Marcela y de lña plata que heredó de su hermano se compró una casa en San Isidro. No era feliz así. Una parte de su alma había muerto. Su hermanito había muerto no era feliz así, no lo era
El asesinato
Había olvidado quien era, que hacía ahí. Un hombre estaba tirado en el suelo con una bala atravesando su cabeza de lado a lado. Vio sus manos y allí había un arma cuyo cañon aún estaba caliente.
Trato de recordar pero el shock era tan grande que no podía. Dejo la pistola sobre la mesa de luz y examinó el cuerpo: estaba muerto. En la distancia se escuchaba el tren, que al parecer pasaba justo detrás de esa casa. Pensó un momento y se dio cuenta de que él disparo lo habría hecho mientras pasaba el tren. El ruido habría opacado el ruido del disparo.
De repente sonó un celular en su bolsillo. La pantalla decía: Marcela llamando Dudó en atender. No sabía siquiera si el teléfono era suyo. Esperó que le dejara el mensaje y lo escuchó.
Si terminaste lo que tenías que hacer baja que te estoy esperando decía el mensaje en el contestador del celular.
Decidió limpiar la escena y hacerlo figurar como un suicidio. Bajo las escaleras y a mitad de ellas notó un bulto en su bolsillo: era su documento. Él se llamaba Oscar Orlando Brizuela, tenía treinta y dos años y vivía en esa misma casa junto a su hermano y su esposa. Lo recordó.
Hacía unos años su hermano se había casado con una mujer muy amable y linda. De a poco Oscar se sintió atraída por ella y ella por él. Juntos planearon el asesinato de su hermano su hermanito, lo que más quería en la vida, ¡¿Cómo pudo hacerlo?!
Terminó de bajar las escaleras y ella estaba ahí: Marcela, la culpable. Las lágrimas saltaron de su rostro de una manera suave e impertérrita.
-¡Adiós hermanito!
Se fue junto a Marcela y de lña plata que heredó de su hermano se compró una casa en San Isidro. No era feliz así. Una parte de su alma había muerto. Su hermanito había muerto no era feliz así, no lo era
Raziel Saehara