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Noche de soledad mejorado parte 1. (I)
#1
Estimados lectores: De acá a la fecha he comprobado que dejar una carpeta para descargar en megaupload da... como decirlo... Paja! Asi que he decididoponerlos aca y compartir mi novela paso a paso. Como veran hay otro post con este nombre, es la primera version y tiene demasiados errores que procure cerrar en esta. Un vez por semana (todos los viernes a partir del viernes que viene) voy a postear un nuevo capitulo. No lo hice antes por que se me habia roto la notebook (el cargador samsung)y no lo podia conseguir por ningun lado. La cosa es que volvi y nos se le va a hacer facil librarse de mi.

Atte Raziel J. SaeharaNoche de soledad.

Noche de Soledad.
Prologo.

2/2/2011-A la mañana- 9:15 A.M.
“Estimada Pamela A. Gorosito: Me presento, mi nombre es Raimundo López. Estoy a cargo del sector pagos de loterías y quinielas de la provincia de Buenos Aires. Según a referido usted por teléfono llamando a nuestras oficinas, ha salido favorecida con el premio mayor de u$d 100.000.000.000 (Cien millones de dólares) Lo cual corresponden el 1% de la ganancia para la agencia donde se jugó el billete ganador cuyo número de serie es 250.585. Desde aquí le solicito tenga el agrado de acercarse a nuestra sucursal ubicada en la localidad de La plata. La calle con el número están impresos en el reverso de esta carta. Desde ya muchísimas gracias. Saluda a usted Atte. Raimundo H. López”
Fragmento de la carta enviada a Gorosito.

2/2/2011-A la mañana- 11: 32 A.M.
“Estimada Pamela A. Gorosito: No se bien como comenzar el E-mail, tal vez ya ni me recuerdes. Hace años, te regalaba rosas todos los días de los enamorados… Es más, en una ocasión, te presté mi walkman marca “Pony” para que escucharas música con tus amigas. Ahora viene lo importante, contarte el por que tarde tanto en escribirte este e-mail. Miedo, supongo. Yo en aquella época no era muy dado con la gente, pero en realidad yo quería tener amigos, aunque no terminé muy bien. En fin, me gustaría verte, saber que hiciste en tantos años. Yo, por lo pronto, te comento que soy el flamante dueño de una cadena de Pizzerías en la zona de Palermo. Como yo antes vivía en Villa Bosch, que es donde actualmente vive mi mamá (mis viejos se divorciaron, pero eso no viene al caso) y quería poner una pizzería aquí en ésta localidad me compré una casa en un “Country” cercano. Bueno, no hay más que decir, excepto que tengo un hijo con una psicóloga de esta zona. Estoy separado. Él se llama Facundo. Por cierto, olvide decirte mi nombre, me llamo Mauricio J. Ghomikian. Hasta pronto y espero tú respuesta.”
Extracto del e-mail enviado a Pamela G.

3/2/2011-A la tarde- 5:34 P.M.
“Estimado Mauricio J. Ghomikian: Gracias por tu e-mail, te he visto en una ocasión, ya que yo vivo en la misma zona. En esa ocasión te salude, pero supongo que sos más gente que yo como para rebajarte a saludarme, ¿No? No importa, ya no tiene sentido que me escribas. No deseo verte y si te veo, no te voy a hablar. Olvídame. Tengo demasiada plata como para salir con “Rascas” como vos. Lo siento, así son las cosas. Si quieres saber por que digo lo que digo, lee el diario de hoy. Adiós.”
Extracto del e-mail enviado a Mauricio G.

En su casa, Mauricio sonríe cínicamente y detrás de él, alguien le dice: “Que comience la cacería”


Capítulo 1: Compañeros.

Era un día de verano en la escuela 42. Los niños de todas las edades jugaban, reían y disfrutaban del recreo. Todos se divertían en grande jugando a la pelota, escuchando música o cambiando figuritas. Todos reían.
Pero había un chico que no disfrutaba de la presencia de los compañeros de curso. Su nombre era Mauricio J. Ghomikian. A él no le agradaba nadie. Ni los compañeros ni las compañeras. Hacía años que estaba solo, o eso pensaba él. Solo había un compañero al cual quería ver, su amigo: Américo R. Díaz.
En aquel momento, Mauricio no sabía donde era que se encontraba su amigo. Aunque tampoco le importaba demasiado, donde estuviera y en que lío se hubiese metido no eran su problema.
Sacó del bolsillo izquierdo un walkman, se puso los auriculares, puso un cassete y disfrutó de las más bellas canciones. Pero su felicidad, si es que era así, fue efímera. Una niña de cabellera rubia y unos bonitos ojos color celeste se le plantó delante del lugar donde estaba sentado. Mauricio no le llevó el apunte, cerró los ojos y siguió escuchando su música. Alguien le golpeó él hombro, él abrió los ojos y se sacó los auriculares.
-¿Qué quieres? –dijo con su voz rasposa y escupiendo saliva para todos lados.
-¿Nos prestas el walkman para escuchar un ratito?
Mauricio sabía que la chica le pedía el walkman para hacerse la interesante entre sus compañeros. Pero, prestárselos no hacia la diferencia en lo más mínimo. Solo se quedaría sin música durante diez minutos –Que es lo que duraba el recreo- ¿Qué podría haber de malo en ello? Se lo entregó resignadamente.
-¿No quieres venir a escuchar música con nosotros?
¿La chica le estaba ofreciendo su amistad? Había algo raro. Nadie lo quería a él, para que ir.
-No, gracias.
-Pero…
-¿No entendiste? Ándate, déjame con mi soledad… Así estoy bien.
Mauricio despachó a la chica, pero ella volvió y le dio un beso en la mejilla, le dijo gracias y se fue con sus amigas.
-¿Qué significa eso? ¿Me llama la maestra un rato y ya andas a los besos?
Era Américo quien le hablaba. Él era un chico menudito, bajito, de pelos y ojos negros. En cambio, Ghomikian era alto y medio gordito.
De repente, todo ese recuerdo se volvió apenas una bruma.
Ghomikian despertó de su sueño, que no era más que un fragmento de su pasado. Él, de pequeño, había sufrido el efecto Bully. Por culpa de su mala forma de hablar, fue discriminado y alejado de la sociedad.
Habían pasado once años desde la última vez que se vieron con Américo. Miró a su alrededor tal vez tratando de encontrar algo que lo una a su amigo. Ahora, él estaba flaco y tenía un rostro llamativo. Sus pelos rubios, teñidos, eran ahora un manojo despeinado a los que él acomodaba aplanándolos con la mano.
Recostó su cabeza sobre la almohada nuevamente y se dio cuenta que esta estaba transpirada. Se levantó y sin hacer ruido fue hasta el lavadero. Prendió la luz y sacando la funda transpirada de la almohada, la arrojo al tacho donde estaba toda la ropa sucia.
Eran las cinco y media de la mañana, todavía podía dormir un rato más. Volvió a su habitación sin hacer ruido, tomó otra funda de uno de los cajones donde se guardaban las sabanas y las fundas. Debajo de ese cajón se guardaban las frazadas y los manteles. Y Debajo de este la ropa limpia. La cajonera tenía cuatro cajones y acabo de nombrar tres. En el cuarto cajón Mauricio guardaba sus recuerdos más preciados. Allí era donde descansaban aquellas fotos del primario. Él, si bien extrañaba a Américo, ahora tenía un nuevo amigo con el que esta unido por un pacto de sangre: Enrique Martín Alvarenga. No conocía mucho del pasado de Enrique, solo sabía lo que él le había contado y no era mucho.
Eran ya las seis de la mañana de un Lunes cuatro de febrero. Rápidamente, despertó a su hijo de cinco años para llevarlo al jardín de infantes. Este quedaba a solo dos cuadras de su casa. Así es que vistió al niño después de darle su desayuno y lo llevó al Jardín. De camino paró en un kiosco de diarios y compró uno, necesitaba leer las noticias con urgencia. El encabezado decía: “Asesinan a un hombre en Belgrano”; y otro decía: “Desaparece joven embarazada en el barrio de Palermo”, este segundo artículo le gustó más. Era la señal que él esperaba. Su amigo había empezado a moverse tal y como habían pactado. Dejó al niño, de nombre Facundo, en el Jardín y tomó la ruta camino a su trabajo. Él trabajo de Mauricio constaba en preparar y vender pizzas. Pero él solo se quedaba un rato viendo trabajar a sus empleados mientras recogía la plata del día anterior. Javier, que era el encargado del local, le daba el dinero y luego de eso Mauricio los dejaba trabajando hasta el día siguiente. Javier se encargaba de todo. Luego, una vez hecho eso, podía ir a visitar a su amigo Enrique y tomar unos mates. Solo que ahora estaba llegando a la pizzería. Detuvo el coche en la puerta, estaba todo cerrado. Era lógico, eran las siete y media de la mañana y Javier no llegaba hasta las ocho.
Fue de nuevo al coche y se quedó allí sentado en el asiento, solo, esperando. Abrió el diario y leyó el artículo que le interesaba y este decía:

“Desaparece una joven embarazada en el barrio de Palermo”

“En el día de ayer, a la hora del mediodía, desapareció una joven en el barrio porteño de Palermo. La misma, de solo veinticuatro años de edad, se fugó, según dice la última persona en haberla visto, quien es su pareja actual. Según refiere a la policía, todo estaba bien entre ellos.
La desaparición se registro en el día de ayer, a las 12:24 P.m. La desaparecida, de nombre Carla Cecilia Costilla no registraba problemas psicológicos ni ninguna otra enfermedad. Su madre ha pedido a los medios que no se haga un “Circo” de ésta desaparición. La policía sin embargo está en su búsqueda y la de un posible tercero”





Raziel Saehara
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Noche de soledad mejorado parte 1. (I) - por Raziel_Saehara - 14-09-2011, 15:17