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El caso Goania, accidente nuclear en Brasil, 1987
#1
Este caso lo estudie para la universidad hace unos años, pero con todo esto de las centrales nucleares pense que seria intesante postearlo. Hay un documental en youtube pero esta en portugues; busquenlo como cesio-137

El accidente de Goiânia fue un incidente de contaminación radiactiva en el centro de Brasil que ocasionó la muerte a cuatro personas, e hiriendo a otras 249 a causa del envenenamiento por radiación. El 13 de septiembre de 1987, una fuente radiactiva médica en desuso fue robada de un hospital abandonado de Goiânia, capital del estado de Goiás.

[SIZE="4"]Naturaleza de la fuente radiactiva[/SIZE]
El objeto era un pequeño dedal radioactivo de cloruro de cesio, insertado en un cilindro de plomo y acero con una ventana de iridio. La fuente giraba libremente, como en una rueda, y cuando quedaba orientada a la abertura irradiaba a través de la ventana.
Un dispositivo de radioterapia con forma de rueda con un colimador para enfocar la radiación en un pequeño rayo. La fuente de cloruro de cesio radiactivo es el cuadrado azul y los rayos gamma están representados como el haz que emerge de la ventana de iridio, coloreada de fucsia.
[Imagen: 400px-GoiniaRadiationsource.gif]

[SIZE="4"]Secuencia de acontecimientos[/SIZE]
El robo de la fuente
El Instituto Goiano de Radioterapia (IGR), una clínica privada localizada a un kilómetro al noroeste de Praça Cívica, fue abandonado en 1985. Una unidad de teleterapia, con cesio-137 en su interior, fue abandonada en el inmueble. A lo largo de los años siguientes, muchas personas sin hogar, okupas y chatarreros entraron en el edificio. El 13 de septiembre de 1987, dos hombres, — Roberto dos Santos Alves y Wagner Mota Pereira — encontraron el aparato de teleterapia y lo llevaron en carretilla a la casa de dos Santos Alves, a unos 600 metros del hospital abandonado. Allí desmantelaron el equipamiento, extrayendo la cápsula de cesio de su carcasa de protección. La radiación gamma emitida por la ventada de iridio de la cápsula provocó náuseas a los dos hombres tras un par de días, pero pensaron que se debía a algo que habían ingerido. La exposición ocasionó quemaduras por radiación en sus cuerpos, y uno de ellos tuvo que someterse posteriormente a la amputación de un brazo.

Ruptura de la fuente
Los dos hombres intentaron abrir la cápsula, pero no lo consiguieron. Pocos días después, sin embargo, uno de ellos rompió la ventana de iridio , lo que le permitió observar que el cloruro de cesio emitía una profunda luz azul. A pesar de intentar extraerlo, finalmente acabó rindiéndose.
La razón de la emisión de la luz no era conocida en el momento en que la AIEA emitió el reporte. La luz podría deberse a fluorescencia o a radiación de Cherenkov, asociada a la absorción de humedad por parte de la fuente. Una luz similar fue observada en 1988 en el Oak Ridge National Laboratory durante la desencapsulación de una fuente de cesio-137.

Venta y desmantelamiento de la fuente
El 18 de septiembre Roberto dos Santos Alves y Wagner Mota Pereira vendieron las piezas a una chatarrería cercana. Esa noche, Devair Alves Ferreira, propietario de la chatarrería, estaba en el garaje y vio el resplandor azul de la cápsula de cesio. En los días siguientes invitó a amigos y familiares a ver la sustancia luminosa. Ferreria intentó hacer un anillo para su esposa, Gabriela Maria Ferreira, con dicho material.
Muchas personas que visitaron la chatarrería y el hogar de Alves Ferreira entraron en contacto con el polvo, resultando contaminadas y desperdigándolo por la ciudad. Ivo, hermano de Devair Alves Ferreira usó el polvo para pintarse una cruz azul resplandeciente en el abdomen. También contaminó los animales de su granja, muchos de los cuales murieron. Un amigo de Alves Ferreir abrió a martillazos la cobertura de plomo del dedal, y el 25 de septiembre el propio chatarrero vendió los desechos metálicos a otro desgüace, cuyo propietario sobrevivió al incidente.
Ivo Alves Ferreira extrajo el polvo de la fuente, a pocos metros de su casa, y lo esparció por el suelo. Su hija Leide das Neves Ferreira, de seis años, estuvo posteriormente comiendo sentada en el suelo, con lo que absorbió parte del material radioactivo (un GBq, suponiendo una dosis de 6 Gy). Leide estaba tan fascinada con el resplandor azul del suelo que se lo untó en su cuerpo y se lo mostró a su madre.

Alerta a las autoridades

Gabriela Maria Ferreira fue la primera que se dio cuenta de la relación entre la presencia del material y la enfermedad de varias personas de su entorno. El 28 de septiembre, dos semanas después del robo de la fuente, Gabriela fue en autobús con uno de los empleados de la chatarrería a un hospital, transportando la fuente en una bolsa plástica. Allí, el físico Paulo Roberto Monteiro sospechó que la fuente era peligrosa, y la mantuvo alejada de sí mismo y de otras personas. Gabriela falleció el 23 de octubre.
El modelo de autobús fue recreado, y se estimó la peor posibilidad de irradiación para un pasajero durante los 15 minutos que duró el trayecto, lo que se tradujo en un cálculo de unos 0,3 Sv en las piernas, una dosis lo suficientemente baja como para no ocasionar el síndrome de radiación aguda. En el caso hipotético de que el pasajero estuviera separado 2,7 metros de la fuente, la dosis habría bajado a 0,04 Sv. Con estas estimaciones, y a pesar de que las dosis eran superiores a las recomendadas por las autoridades sanitarias, difícilmente habrían ocasionado daños futuros.

Detección de la fuente radiactiva
En la mañana del 29 de septiembre un físico visitó el hospital donde se encontraba alojada la fuente, analizándola con un contador de centelleos, lo que confirmó la presencia de radiactividad. Este incidente fue reportado esa misma tarde.

Responsabilidades

Debido a los fallecimientos, a los tres médicos que fueron encargados de mantener y operar el aparato de radioterapia se les atribuyeron cargos por homicidio por negligencia. El argumento esgrimido fue la enorme negligencia de los ex-responsables, que dejaron abandonado un aparato potencialmente peligroso. El accidente demostró la importancia de que las autoridades públicas procedan a inventariar y monitorizar cualquier fuente importante de radiación.
En el año 2000, una sentencia de la octava corte federal del Estado de Goirás ordenó a la Comisión Nacional de Energía Nuclear de Brasil a compensar a las víctimas con 1,3 millones de reales, así como garantizarles tratamiento médico y psicológico, incluyendo también a sus descendientes de segunda y tercera generación.
Dado que el accidente ocurrió antes de la promulgación de la Constitución Federal de 1988, y como el aparato de radioterapia había sido adquirido por el IGR y no por los médicos, éstos no pudieron ser declarados responsables. Sin embargo, uno de los médicos debió pagar 100.000 reales para sufragar el acondicionamiento de las instalaciones abandonadas. Por su parte, los chatarreros no fueron acusados en ningún momento. (ahora sigue)





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El caso Goania, accidente nuclear en Brasil, 1987 - por hormiga_electrica_vbulletin3_import32 - 18-03-2011, 23:58